Dear Daysi

4: El vestido

CAPÍTULO CUATRO.

1 de Diciembre.

Los días calurosos de primavera me recordaban a los vestidos que Daysi usaba cuando íbamos al cine. A mí me encantaba cómo le quedaban.

Hoy era uno de esos días. Y, por alguna tonta razón, pensé que sería buena idea usar uno de esos vestidos para ir a visitarla al cementerio. Pensé que sería como hacerle algún tipo de honor. Pero, al final del día, me di cuenta que había hecho sólo desastre.

—¿Qué llevas puesto?

Me levanté de un respingo cuando escuché la voz de Rafa. Sonaba cortante, dura y estrecha. Como si estuviera realmente enojado. Y lo comprobé cuando vi sus ojos, llameantes de rojo, mirarme de arriba abajo.

—¿Qu-qué tiene de ma-malo? —tartamudeé.

De pronto sentí como si estuviera desnuda así que, inútilmente, traté de taparme con el abrigo que había dejado a un lado.

—Ese era el vestido de ella —apuntó y noté cómo le temblaba la mano al hacerlo—, ¿qué crees que estás haciendo al usarlo? ¿Por qué lo haces? ¿Acaso eres tonta?

—¿Qué? —susurré, dolida y con las lágrimas a punto de escapar—. Rafa, sólo quería... sólo quería tenerla más presente en... mí.

—¡Si querés tenerla presente vení a visitarla y listo! —chilló. Noté cómo su pecho subía y bajaba en respiraciones agitadas—. ¡No tenés que usar su ropa! ¡No seas tan cínica!

Me largué a llorar, no lo aguanté más. De pronto me sentí egoísta. Sentí que no me había parado a pensar en que podría causarle algo a él al verme. Para mí no era la gran cosa. Para mí.

—Perdón, no quise...

No me terminó de escuchar, porque dando grandes zancadas desapareció de mi vista. Yo me derrumbé ahí mismo, de rodillas al suelo mientras las lágrimas me mojaban el rostro, el pecho y el vestido...

—Perdón, Daysi —sollocé—. No quise lastimarlo. No quise...

Hundí el rostro entre mis brazos y ahí lloré por un rato más. Tenía la tonta esperanza de que Rafa volviera y aceptara mis disculpas. Quería decirle que no lo haría más, que tenía razón, que era un poco cínico usar su ropa cuando ella ya no estaba en vida...

Pero Rafa no volvió.

Ni ese día, ni al siguiente.

No lo volví a ver por al menos un mes.