23: Estar lejos es mejor

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CAPÍTULO VEINTITRÉS.

Mi respiración deja de funcionar de un momento para el otro. Momentáneamente siento que dejo de respirar, y no sé cómo hago para no haberme desmayado.

Las cosas no están muy bien para mí últimamente, así que me aseguro de que escuché mal eso último.

—¿Qué dijiste? —pregunto demasiado segura de mí misma. Porque sé que si lo pienso dos veces no voy a querer saber la respuesta.

—Nada, Maite. Que dejés de pedir perdón por cosas que son inevitables, a veces.

Se aleja de mí, pero yo, toda insistente, vuelvo a agarrarlo del brazo.

—Esperá, no me dejés así —farfullo—. Decime que no dijiste lo que escuché. Te lo ruego.

—No sé qué escuchaste. O qué es lo que querés escuchar.

—No te hagas el tonto. Yo sólo quiero escuchar que no... O que sí... ¡No sé qué quiero escuchar! Pero no me lo hagas más complicado de lo que ya es —espero una respuesta que nunca llega, así que, chasqueando la lengua simplemente digo: —. Sabés qué, mejor déjalo ahí. Es mejor así.

—¡Que yo también estoy enamorado de vos! —grita—. ¡Que tampoco lo pude controlar! Que estar así de cerca creó una conexión con vos que fue más allá de lo que tuvo que ser... Que me gustas, física, mentalmente y de todo... Y que también estoy súper enojado conmigo mismo por haber dejado que eso pase... Por eso dejá de pedir perdón. No estaba enojado por lo que sentís.

»Estaba enojado porque siento lo mismo que vos. Y porque los dos sabemos que está mal, que no puede ser... No ahora. No cuando tan sólo pasaron siete meses desde que ella ya no está... No es justo, no puede ser. Estoy súper enojado porque... ¿por qué vos? ¿Por qué vos? ¿O por qué no en otro momento? ¿Uno más indicado? ¿Por qué no nos cruzamos en un par de años?

—Ya sé, Rafa...

—No, no sabés... No sabes nada, Maite. Porque dejaste de hablarme de la nada... Porque te necesitaba, te extrañaba y no estabas ahí... Perdón por decírtelo. Sé que necesitabas tiempo para vos, pero... me dolió no tenerte conmigo. No poder verte, no poder hablarte. Ni siquiera tengo tu número de celular como para haberte mandando un mensaje. O como para ver tu foto de perfil, por lo menos...

—Basta, Rafa. ¡No lo hagas más difícil!

—¡No quiero hacerlo difícil! Quiero entender... quiero entender por qué el mundo es tan injusto. Podría haberme enamorado de alguna compañera de trabajo, de alguien cualquiera de la calle... Pero me enamoré de vos. Y eso lo hace más complicado. Simplemente por ser vos. ¿Y sabes qué? Me encanta todo de vos. Y ojalá no lo hiciera. Ojalá fueras... tonta. Ojalá no dieras abrazos tan buenos...

—Rafa yo...

—No digas nada. Sé que estás con... con ese compañero tuyo. No te estoy pidiendo nada, Maite, pero tengo esto atragantado hace meses. Sólo quería decírtelo, porque cada día parecía una tortura. Quería agarrarte en la escuela en cualquier momento y soltarte todo... Pero qué bueno que estás con él. Me hace bien verte bien.

—Gracias...

—No... Gracias a vos por dejarme expresarme. Se siente súper liberador. Gracias.

Vuelvo a mirarlo a los ojos una última vez antes de irme. Vuelvo a recorrer desde su nariz hasta donde terminan sus labios. Noto sus pestañas, sus cejas. Hago como una foto para que quede grabada en mi cabeza.

Y después retomo mi camino lejos de él. Comodebería ser. Camino con el corazón en la boca porque quisiera volver corriendo,abrazarlo con tanta fuerza que no lo soltaría más. Que quedaría tan impregnadoen mí... 

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⏰ Última actualización: Apr 16, 2021 ⏰

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