17: Inspiración

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CAPÍTULO DIECISIETE.

29 de Abril.

Ahora, ver a Rafa todos los días, me complica la existencia. Lucho cada segundo contra mí misma cada vez que nos cruzamos. De cualquier manera no hemos vuelto a hablar desde la última vez en el cementerio. Y trato de no mirarlo, él tampoco lo hace.

A veces siento que me está castigando por algo que, inevitablemente, no es mi culpa. Jamás, en todos los años que llevé junto a Daysi, imaginé o esperé enamorarme... enamorarme del amor de su vida. Y me duele bastante que se lo tome así de mal.

—¡Maite!

Dejo de mirar por la dirección en que Rafa desapareció. Trago saliva y volteo para ver a Diego caminando en mi dirección.

—Hola, Diego. —contesto sin muchos ánimos.

—Uy... ¿te pasa algo? —pregunta, preocupado.

—Cosas... de las que prefiero no hablar ahora —le confieso, suspirando con la mirada gacha—. Pero no quiero amargarte con mis problemas. ¿Cómo estás vos?

Diego hace una mueca de inconformidad con mi respuesta, más entiende mi necesidad de no hablar sobre eso y lo acepta.

—Bien... En realidad venía a pedirte un favor...

—¡Ah! Mirá vos para lo que me venís a hablar...—bromeo, haciéndolo reír —. Decime, ¿en qué puedo ayudarte? Contame mientras vamos a cafetería porque muero de hambre.

Diego y yo empezamos a caminar camino al bar-café que hay fuera de la escuela, donde van prácticamente todos los estudiantes cuando hay receso, cambio de hora o en cualquier ocasión que se pueda aprovechar, en realidad.

—Hoy en clase nos dieron una tarea...

—¿Sí? ¿Y de qué es?

—Bueno... Tengo que componer una canción.

Tomamos asiento al lado de la ventana. Le sonrío, súper contenta por él.

—¿En serio? ¡Eso es buenísimo! ¿No?

Diego suelta una carcajada. Viene una mesera, él pide un café con leche y yo me pido submarino con un brownie.

—Sí... Va, creo. Nunca escribí una canción todavía.

—¿Qué? Mentira —contradigo, riéndome de él—. Hasta yo escribí una canción de chiquita... Con mi mejor amiga, de hecho —mi corazón se inunda de nostalgia. Pero una nostalgia que me hace genuinamente feliz al recordarlo—. Así que vos, un súper mega amante de la música, no podes decirme que jamás al menos hiciste un intento de canción.

Mi compañero empieza a reír de forma descontrolada. Los dos, en realidad. Se le ponen las mejillas rojas de la vergüenza.

—Bueno... —confiesa, mordiéndose los labios—. Escribí algun que otro... "intento" de canción —admite—. ¡Pero ese no es el punto! El punto es que siempre me quedaban horribles. Así que quería pedirte tu ayuda para escribir una...

—¿Yo ayudarte a escribir una canción? —me llevo una mano al pecho, sorprendida—. Qué halago. Pero te aviso que estás buscando en el lugar incorrecto.

—Créeme que no. —contesta simplemente.

—¿Y cómo puedo ayudarte yo a escribir una canción? —me río—. Mirá que no sé ni rimar ni dos palabras seguidas.

—Todo se trata de inspiración, en eso ya me ayudas mucho. —asegura, dejándome sin saber qué responder.

Chasqueo la lengua.

—Bueno... —ruedo los ojos—. Mirá, el sábado mispapás no van a estar en casa... así que podemos estar tranquilos y en silencio.

Dear DaysiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora