Capítulo 24

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En cuanto llegaron a tierras de los Mellark, los muchachos empezaron a impacientarse, ansiosos por contar a sus padres todo lo que habían visto. Subiendo la colina, ya vieron que Finn y Annie los esperaban. 

Una vez frenó el carro, los chicos bajaron en tropel y Finnick, antes de hacer otra cosa, se dirigió al asiento de Katniss.

—Buena chica —dijo en tono agradecido pellizcándole la mejilla. De inmediato se giró y, abriendo los brazos, se dispuso a recibir a sus dos hijas que corrían dispuestas a colgarse de su cuello. 

Annie besaba a Vick a la vez que le revolvía el pelo y tomaba de sus brazos al pequeñín, que se lanzó hacia ella como si no viera a su madre desde hacía un mes.

—¿A qué ha venido eso? —preguntó Peeta que había presenciado en silencio el recibimiento de Finn.

—Les hice un regalo.

—¿Qué tipo de regalo?

—No te gustará saberlo —concluyó Katniss dando por zanjado el tema.

Peeta se fijó en Fiinick. Luego en Annie. Ambos tenían el pelo húmedo. Sospechó la naturaleza lujuriosa del regalo y con un estremecimiento hizo un gesto con ambas manos para que Katniss no continuara.

—Vick, ve a por los caballos —le indicó su padre. 

Peeta dirigió el carro al establo. Desenganchó los animales y esperó a un lado a que Vick sacase los suyos. Estaba apilando heno en una de las cuadras, cuando el chico entró.

 Se quedó contemplándolo en silencio con un pie apoyado en el esparcidor de estiércol.

—Tu padre debe de estar esperándote —comentó Peeta a la vez que amontonaba heno en el pesebre.

—Quería comentarte algo —se encogió de hombros—, aunque puede que sea una tontería.

—¿Quieres que hable con tus padres de tu interés por la Medicina?

—No se trata de eso. Es algo que hapasado hoy, en Kiowa.

—Suéltalo.

El chico le contó con todo detalle el encuentro con aquel matrimonio. Peeta lo escuchaba muy serio, no entendía porqué Katniss no le había mencionado nada sobre el incidente.

—He pensado que era mi obligación decírtelo —dijo incómodo—. No creo que tenga ninguna importancia, pero no imaginas cómo se puso Katniss. Noquería ni oír hablar del asunto, insistió mucho en que me olvidara de ello.

—No te preocupes. ¿Albernathy has dicho que se llamaban? 

—Sí, Haymtch y Effie Albernathy.

—Fuera te esperan hace rato —concluyó revolviéndole el pelo—. Y, Vick..., de esto, ni una palabra a nadie.

—Descuida —aseguró el muchacho saliendo por la puerta.





Durante el resto de la tarde, Peeta estuvo inquieto. No hacía más que pensar en las palabras de Vick. Si el parecido era tal que incluso pensaron que podía ser sobrina suya, puede que hubiese alguna relación de parentesco. Podía darse esa coincidencia, ya que Katniss desconocía su verdadero origen. Y estaba el reloj; tal vez las iniciales...No, de ningún modo podía olvidar el asunto como si nada hubiese sucedido.

Katniss era muy intuitiva, si el encuentro con aquellas personas la había inquietado era por algún motivo. Tenía que hacer algo al respecto. Una buena ocasión sería aprovechar el viaje a Kiowa para la venta de reses.

Horas después, en la cama, continuaba absorto ideando la manera de averiguar más cosas sobre el matrimonio Albernathy de Denver. Katniss, abrazada a él, guardaba silencio. Trató de apartar de su mente el encuentro con aquella pareja. Era feliz al lado de Peeta y no iba a permitir que nada interfiriese en su vida.

Dama de tréboles (Katniss & Peeta) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora