39: Vamos a salir de esto

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Cuando uno vive una situación aterradora lo más probable es que sufra reviviscencias, pesadillas y pensamientos incontrolables sobre lo vivido. Estos pensamientos pueden aparecer cuando se vive algo similar al trauma o simplemente cuando el enfermo sufre un episodio que le provoca el mismo grado de ansiedad.

En el momento en el que la enorme estructura de la Iglesia se derrumbó el alma de Inna lo hizo con ella.

Se quedó congelada en el sitio, viendo cómo el polvo inundaba la calle y los trozos de madera salían disparados por la calzada.

Y de repente sintió ganas de vomitar.

Esto no podía estar pasando.

No a ella.

No.

Conway.

Salió disparada y comenzó a correr haciendo caso omiso a los gritos de sus compañeros. Le decían que era demasiado peligroso acercarse.

Llegó a la Iglesia y se hizo paso entre los escombros mientras comenzaba a llorar. De repente el pie no le dolía, sólo quería llegar a Jack y ayudarle.

Mientras apartaba los trozos de madera y gritaba su nombre sentía cómo el mundo se le hacía cada vez más pequeño, y cómo cada vez le costaba más respirar. Pero no le importaba. Su objetivo era encontrarle.

—¡Inna, sal de ahí!—le gritó Freddy desde lejos. Ella se giró mientras se secaba las lágrimas.

—¡Venid a ayudarme y llamad a una puta ambulancia!

Eloy obedeció y se acercó a ella. Entre los dos comenzaron a quitar los restos del edificio. Seguramente Conway, Gustabo y Horacio estaban sepultados debajo de los enormes trozos de madera.

—Por favor, por favor—susurraba ella desesperada—, Tienes que estar bien. Por favor. ¿Dónde estás...?

Las ambulancias aparecieron rápidamente en la calle y aparcaron en frente de la Iglesia. Varios coches de policía llegaron también y comenzaron a echar a los civiles curiosos. Los paramédicos llegaron y apartaron a Inna y a Eloy de la escena.

—¡NO! ¡Dejadme buscarle!—gritó ella, y su voz se rompió. Comenzó a llorar desconsoladamente.

—Inna...—Eloy le estrechó entre sus brazos, dejándola caer. Se tiraron al suelo y vieron cómo los médicos buscaban los cuerpos de los tres hombres. El de los pelos rizados se dio cuenta de que a Inna le estaba costando respirar, así que le agarró de la cabeza y le susurró—: Cálmate, Inna. Debes respirar.

—Eloy, no puedo—dijo ella—, Le dije que no muriera. Se lo pedí.

—No sabes si ha muerto.

—¡Eloy, le ha caído un edificio encima!—Su voz se rompió—. Sería un puto milagro si siguiera con vida.

—Es el Superintendente, ese cabrón es casi inmortal—Eloy bromeó, recordando todas las heridas que había sufrido Conway. Inna soltó una pequeña risa que rápidamente se convirtió en un llanto—, Tranquila, Inna. Vamos a salir de esto.

—¡Eh, aquí hay alguien!—gritó de repente uno de los paramédicos. Inna se levantó tan rápido que perdió el equilibrio. Soltó un pequeño grito debido al dolor en el pie, pero siguió caminando. Se dirigió con velocidad hacia los médicos mientras se secaba las lágrimas y suplicaba que fuera Conway.

—¡¿Quién es?!—exclamó desesperada. Vio una cabellera rubia que identificó como la de Gustabo, y no pudo evitar decepcionarse—, ¿Está vivo?

—No lo sabemos todavía. Cogedle.—dijo un paramédico. Alguien acercó una camilla y consiguieron tumbar el cuerpo de Gustabo. Mientras le tomaban el pulso Inna vio algo brillante que estaba cerca del lugar en donde habían encontrado al muchacho.

Opia (Jack Conway) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora