2: La primera persecución

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Habían pasado un par de horas y la comisaría ya estaba en mucho mejor estado. Inna echó un vistazo a su trabajo, orgullosa. Volkov, que había estado ayudándola en lo que podía —a pesar de que la doctora le pedía que reposase— se encontraba a su lado. Habían hablado un poco, lo suficiente como para conocer un poco la vida del otro.

Cuando Inna se enteró de que Viktor también era de Rusia se emocionó, a pesar de ser rusa ella nunca había visitado el país; por eso le preguntó al comisario todo sobre la vida allí. Éste no se veía muy cómodo hablando del tema, por eso no duró mucho la conversación.

—Muy bien, nos han informado de un robo en joyería. Volkov, Horacio y Gustabo, venid conmigo—Jack Conway salió de su despacho y reparó en la chica—. ¡Anda! ¿Ahora eres limpiadora?

Inna frunció el ceño. Antes de que pudiese responderle, dos oficiales salieron de una de las salas. Uno llevaba una cresta roja —muy fea, por cierto— y el otro un bigote desaliñado. Caminaban como si fuesen los reyes de la comisaría.

—Vamos allá, Papu.—dijo el del bigote con seguridad.

¿Papu?

Inna sonrió inconscientemente al ver la cara de rabia del Superintendente. Se creía el jefe de la ciudad pero se dejaba vacilar por sus oficiales, qué triste.

—Yo me voy—dijo la muchacha con tono divertido—, Buen servicio, adiós papu.

Y antes de que Conway pudiese responderle, abandonó la comisaría y se subió a su moto rumbo al apartamento.

Una vez allí, se encontró con Sam durmiendo en el salón, se ve que se quedó dormida viendo una película. Supuso que sus otras dos compañeras —Jane y Sarah— estaban trabajando. Jane era periodista, trabajaba en uno de los periódicos de la ciudad; y Sarah era dependienta en una de las tiendas de ropa del centro. Sam, por otro lado, era desempleada. Algo que a Inna siempre le extrañaba, pues a pesar de no trabajar, nunca tenía problemas con el dinero. Tampoco le preguntó por cómo lo conseguía, Sam era muy reservada y no hablaba mucho; seguramente su familia le enviaba dinero, o tenía muchos ahorros.

Cogió una manta y arropó a su amiga. Fue a la cocina y se sirvió un vaso con agua hasta arriba. Después se dirigió a su habitación. Allí, cogió un pijama y se metió en la ducha. Estaba extremadamente cansada, pero también llena de sudor y hecha un desastre, así que decidió darse una ducha rápida antes de dormir durante todo el día.

Cuando se tumbó en la cama se sintió en la gloria.

"Al fin, algo de descanso."

Llevaba media hora dormida cuando su teléfono comenzó a sonar. Entre quejidos lo cogió, y era su jefe.

—Siento molestarte, Inna—Tarde—, Necesitamos a un EMS en la joyería del centro. Te mando ubicación.

Rápidamente se levantó de la cama y se puso uno de sus uniformes de repuesto. Se peinó un poco y miró la ubicación que le había mandado su jefe por WhatsApp. Su cansancio ya había desaparecido por completo cuando ya estaba subida en la moto.

Normalmente, al estar fuera de servicio, no la llamarían. Pero todos en el hospital sabían que Inna era la mejor bajo presión, y sacaba balas en cuestión de minutos. Es por eso por lo que su jefe le dijo que, a cambio de estar siempre alerta de las emergencias, recibiría una retribución aparte.

Cuando llegó a la joyería sólo tuvo que mostrar su identificación para poder acercarse al primer rehén, al cual le sangraba la nariz.

—Doctora—le dijo uno de los oficiales, el del bigote—. Gracias por venir. Creemos que tiene la nariz rota.

Opia (Jack Conway) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora