23: Siniy

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Inna había escuchado durante toda su vida que, cuando uno se lo pasaba bien, el tiempo pasaba volando; y que cuando no disfrutaba, pasaba lento. Y si a eso le sumas que no eres consciente de cuándo es de día y cuándo es de noche, el tiempo parece que simplemente está congelado.

Eso le pasó a Inna. Lo único que había visto durante días eran las mismas cuatro paredes negras, sin contar lógicamente las caras de sus supervisores, los cuales hablaban con ella lo justo y necesario. Querían volverle loca, y eso es justo lo que estaban consiguiendo.

—Si te estuvieran buscando, ¿no crees que estarías ya en casa?—le dijo una vez Lamar. Esa pregunta no dejaba de rondar a Inna, ella no podía evitar pensar en que quizás el hombre tenía razón—. Tú misma has sido testigo de la de cosas que tiene el CNI a su disposición. Si de verdad les importaras habrían removido cielo y tierra para encontrarte. Te han abandonado, Siniy.

Siniy.

Qué puta manía tenían con llamarla así.

Allí estaban todos locos. Y al parecer, su única fuente de entretenimiento era Inna, por lo que —especialmente Lamar y Tonet— los chicos se dedicaban a ponerle palabras en ruso en el traductor para que ella las dijera. El día que a Lamar se le ocurrió escribir "azul", le gustó tanto la palabra que decidió apodar a Inna así.

Cuando la puerta de la habitación se abrió, Inna cerró los ojos al instante, evitando ser cegada por la brillante luz. En la sala en donde ella se encontraba sólo había un pequeño aplique, el cual parpadeaba cada cierto tiempo. La figura de Freddy apareció por la puerta con un bol de sopa. El hombre solía ser el encargado de llevarle la comida, y eso Inna lo agradecía enormemente. Aunque en realidad no podían apenas hablar, ya que siempre había alguien vigilando la puerta. De todos modos, se sentía más a gusto estando con Freddy que con cualquiera de los otros.

—Me preguntó de qué será la sopa de hoy.—murmuró Inna cuando el hombre puso el bol en la mesa. Freddy soltó una pequeña risa.

—Ni en los peores momentos dejas el humor.

—Si lo dejara me volvería loca.—respondió ella con tono firme. Freddy se quedó en silencio.

Una vez el pelinegro le quitó las esposas, Inna movió las muñecas con pesar; era horrible tener las manos atadas todas las horas del día. Después de estirarlas, cogió la cuchara y tomó un poco de sopa. Era de pollo. Como todos los días.

"Cuando salga de aquí no voy a poder volver a tomar sopa de pollo en mi vida."—pensó ella. Y al momento se cuestionó si realmente iba a salir de allí.

—¿Estás bien?—le preguntó Freddy. Inna pudo notar cierta preocupación en su voz. Le miró a los ojos intentando transmitirle toda la rabia y tristeza que ella sentía.

—No. No estoy bien.

—Lo siento mucho—murmuró él. La cabeza de Tonet se asomó por la puerta—, Pero ya sabes qué deberías de hacer si quieres que esto pare.

—Lo sé, y me niego rotundamente. No pienso convertirme en una traidora. Antes, muerta.

Freddy suspiró. Inna estaba tan decidida que el hombre vio inútil el discutir. Aunque eso era lo que ella aparentaba; porque en realidad, Inna estaba cuestionándose todas las decisiones que había tomado a lo largo de los meses. ¿Hizo lo correcto uniéndose al cuerpo? ¿Realmente todo por lo que pasó había valido la pena? Por supuesto que no. Algo en su cerebro le recordaba una y otra vez que personas tan inocentes como Jane o Leopoldo habían muerto por cuestiones innecesarias; aunque también se repetía a ella misma que esas muertes podrían haber ocurrido de todas maneras, incluso si ella nunca hubiera aceptado el trabajo en comisaría.

Opia (Jack Conway) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora