16: El secuestro de Leopoldo

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Inna y Leónidas se separaron rápidamente y, sin decir nada, salieron de la habitación y corrieron hacia recepción. Allí estaban todos los agentes que se encontraban en aquel momento en comisaría reunidos. Paola estaba echando a los pocos civiles que estaban allí.

—¡Necesitamos refuerzos, tienen armas largas!

—¡Que toda la malla posible acuda a su 10-20!—gritó Brown por la radio.

—Vamos para allá.—dijo Volkov.

—Nosotros también.—se unió Greco.

Varios agentes que estaban en comisaría salieron corriendo hacia los Zs y arrancaron hacia el lugar del tiroteo. Inna estaba pegada a la mesa con la radio entre sus manos. Su corazón latía a mil por hora.

—¡Un sujeto abatido, me están disparando!—gritó Arsacio por la radio. Se escuchaban los gritos y los disparos de fondo.

—¡Cúbrete, cúbrete!—gritó Brown.

—¡¿Dónde está Leopoldo?!—exclamó Inna.

—¡Está en mitad del tiroteo!—respondió Arsacio—. ¡Se escapan! ¡NO! ¡LEO!

—¡¿QUÉ PASA?!

—¡SE LO HAN LLEVADO!

El subinspector Brown dio un puñetazo a la mesa. Inna se pasó las manos por el rostro, sus manos temblaban.

—Aquí Leo a toda la malla—La voz temblorosa del alumno se escuchó por la radio. Inna se agarró a la radio como si su vida dependiera de ello—, ¿Me copian?

—Sí, Leo. Te copiamos.—respondió Inna frenéticamente.

—Dicen que si no os retiráis me pegarán un tiro.

—¡SUBE AL MALETERO!—Una voz de fondo gritó a Leopoldo y le obligó a subir al coche.

Los agentes se informaban los unos a los otros. Todos hablaban a la vez y no se entendía nada. Sonó un pitido tan desagradable que tuvieron que taparse los oídos.

—¡Silencio!—gritó Brown—. ¡Arsacio! ¿Estás con Leopoldo?

—No. Estoy con los demás, tenemos un abatido de la mafia.—respondió él. Brown resopló.

—Se lo han llevado.—La voz de Conway sonó por radio.

—¿Me copian?—Un susurro leve se hizo presente: era Leopoldo. Todos se callaron para escucharle, lo único que Inna podía escuchar eran sus respiraciones agitadas—. Estoy en un maletero, no me han quitado la radio todavía.

—Sal de ahí como puedas. Manda 10-20, Leo. Vamos para allá a salvarte, compañero, aguanta—ordenó Brown—. Las demás unidades, haced perímetro. Armas en mano. Si tenéis carabinas en el maletero las sacáis. ¡VAMOS!

—¡¿Por qué no vamos con ellos?!—exclamó Inna.

—Alguien debe quedarse en comisaría. Pueden estar haciendo esto para distraernos y atacar el edificio. Yo también quiero ir, Inna, pero no podemos.

La pelinegra se recogió el pelo mientras se apoyaba en la mesa. Su pie golpeaba sin parar el suelo. Estaba en tensión, como el resto de sus compañeros. Leónidas estaba asomado a las puertas de comisaría, arma en mano. Estaba vigilando por si aparecía alguien sospechoso. Inna estaba en la mesa de recepción con Brown.

Los agentes hablaban unos con otros. Estaban registrando la zona e informando de todo lo que veían, mientras ella estaba ahí sin poder hacer nada.

—Me cago en la puta, no ha mandado 10-20.—dijo Conway. A juzgar por su voz, no estaba de muy buen humor. Y normal.

—Tenemos a uno de ellos, lo vamos a llevar a comisaría.—informó Moussa por radio.

Opia (Jack Conway) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora