𝓋𝒾𝓉𝒶 𝑒𝓈𝓉 𝒾𝓃 𝓂𝑜𝓇𝓉𝑒

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La vida está en la muerte


Pasó todo muy rápido. Empujó a Galatea y escuchó unos pasos pesados y rápidos detrás de él. En el momento en que dejó de sentir el pelaje de su gata, porque ella saltó hacia afuera, una gran fuerza lo lanzó hacia atrás y hacia abajo. Jihoon lo había tomado del cabello. Gritó de sorpresa y cayó al suelo, lejos de la ventana. ¿Cómo es que tenía tanta fuerza?

Por fin pudo ver, detrás de la gélida máscara de ojos oscuros e impasibles, una emoción distinta. Pero no eran buenas noticias para él.

El pálido hombre miró por la ventana, pero la gata ya había corrido. Después observó a Jeonghan, en el suelo y con gesto asustado.

—Muy mal, profesor... —dijo entre sus dientes apretados. Caminó hacia él y Jeonghan intentó retroceder, pero Jihoon volvió a tomarlo del cabello con fuerza y lo arrastró hacia la cama, en donde lo lanzó como si fuera una muñeca de trapo. Se sentía débil, no entendía porque su cuerpo no le permitía defenderse.

Estaba asustado.

—Yo no quería tener que recurrir a la violencia contigo. Eres muy preciado... Pero no me has dejado opción.

Podía correr, la adrenalina se lo permitiría aunque sintiera sus piernas temblorosas. Miró la puerta que estaba abierta. Pasar de largo a Jihoon, ese era el verdadero obstáculo.

El hombre menor comenzó a acercarse y Jeonghan ya no pudo más con la tensión. Se enderezó y saltó de la cama, corriendo hacia la puerta lo más rápido posible.

Fue inútil, claro que lo fue. Sintió una mano envolverse en su brazo derecho y fue girado sobre sus talones con brusquedad. Lo último que recordó fue el dolor momentáneo en su mandíbula antes de perder la consciencia y volver a hundirse en esa bruma negra que comenzaba a ser tan familiar.

 Lo último que recordó fue el dolor momentáneo en su mandíbula antes de perder la consciencia y volver a hundirse en esa bruma negra que comenzaba a ser tan familiar

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Despertó con un lado de la cara sobre el duro suelo. No estaba en la cama. No estaba en la silla. Se enderezó de golpe al tener recuerdos de lo sucedido antes de que se desmayara, y el dolor en su barbilla le sirvió a su memoria para que las imágenes adquirieran sentido.

Sin embargo, estaba en una habitación que no conocía, primero, porque ahí no había más que oscuridad, ninguna de las luces fluorescentes y su zumbido constante sobre las jaulas de vidrio con insectos a las que se había acostumbrado ya.

No. Ahí no había nada. Lo único que podía sentir era el suelo frío debajo de sus manos, el ambiente se sentía húmedo, pero ningún sonido estaba presente, por más atención que prestara. No había nada, era un vacío total.

Sintió su garganta seca y el dolor en su cuerpo al haber estado acostado en el suelo. No estaba seguro de qué pensar. Si Galatea había logrado escapar, tenía una oportunidad, por más mínima que fuera. Era su única esperanza. Se podía aferrar a eso al menos.

Manía (JeongHoon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora