Vete a la mierda y muere en el fuego
Jeonghan no se perdió ningún detalle. Dejó de lado el dolor temporalmente y se concentró en absorber con la mirada cada rincón y espacio de aquella casa.
Siguió por detrás a Jihoon, aún con el corazón en la garganta por la pequeña broma que le jugó. Aún estupefacto de haberlo visto y escuchado reír. No se lo había esperado y el hecho de que un gesto tan inusual en él lo haya tomado desprevenido aún lo mantenía en un tipo de escotoma psicológico.
La sala era simple, pero había muchas cosas desordenadas. Una vieja televisión de caja frente a un sofá largo verde hoja desgastado, aún más viejo. Una mesita de café con latas de cerveza vacías; pudo contar al menos unas diecisiete, sobre la mesa, otras más en el suelo de madera.
A la izquierda estaban las escaleras para ir al segundo piso, pero Jihoon caminó directo hacia la cocina. Jeonghan no perdió de vista que en la entrada, cerca de una de las abundantes ventanas que dejaban entrar la luz amarilla del sol, había una mesa que parecía ser de piedra artificial, de las que te esperarías encontrar en un jardín.
Pero estaba en el interior y de igual forma, tan desordenado como todo, el correo sobre ella y algunos sobres cayendo en el suelo en abundancia.
No pudo leer el destinatario, pero hizo una nota mental de que si tenía la oportunidad de leer la correspondencia, eso haría. Cualquier pista del pasado de Jihoon era útil.
En la cocina había una barra en donde encontró muchos condimentos y salsas en envase de las que contienen tantos conservadores como sal yodada. Sobres de chile seco de los que dan para la pizza, tres botes de catsup a medio acabar.
Alacenas de madera, cerradas, pero Jihoon se puso de puntillas para abrir una y sacar un vaso de vidrio también lleno de polvo.
Jeonghan escuchó el grifo del lavaplatos con agua corriendo, vio la espalda ancha de Jihoon y como este se limitó a enjuagar y servir el vaso con agua.
El profesor siguió observando. En la cocina había una puerta trasera que daba al exterior, pero no hacia el jardín, pues una casa así, rodeada de campo y bosque, no necesitaba uno. El jardín podía ser tan extenso como el terreno alrededor.
Se había dado cuenta de que había muchos mosquiteros. No dudó que en el campo esto fuera casi vital, con todos los insectos que en verano se amontonaban.
La casa era un desastre adusto y campirano hasta cierto punto. Había papeles viejos en pilas acumuladas. Las paredes con el empapelado amarillento por los años. Pinturas de paisajes que parecían la versión norteamericana de las obras de David Caspar Friedrich¹. Casi al estilo de George Inness².
Cajas de pizza acumuladas, un reloj estrellado del vidrio al que aún le servían las manecillas y podía escucharlo por sobre el movimiento de Jihoon.
Aunque notó algo que le llamó más la atención.
En la cubeta de basura de la cocina, amontonados hasta el borde de la bolsa negra, se veían figuritas de porcelana. Algunas más intactas que otras, mientras que la mayoría eran sólo los pedazos de lo que fueron algún tipo de decoración de las que podías encontrar en la casa de tu abuela y su colección preciada de figuritas que sólo acumulan el polvo y se ven bonitas en la vitrina.
Le pareció curioso, pero no pudo seguir reflexionando al respecto cuando Jihoon se volvió hacia él y dejó el vaso con agua en medio de la barrita. En medio de ellos dos.
Los ojos oscuros lo miraban inexpresivos como siempre y Jeonghan se maldijo así mismo, porque mientras Jihoon le servía el vaso, él había estado analizando el lugar. Lo que significaba que no había prestado atención en caso de que el menor le pusiera algo a la bebida, como siempre solía hacer.
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Manía (JeongHoon)
Fanfiction[ manía series ] fortis est ut mors dilectio... (el amor es tan fuerte como la muerte) ❝ donde jeonghan es profesor de psicología en la universidad y jihoon es su alumno. donde el amor que uno siente es el reflejo de lo que somos por dentro. donde u...