𝒽𝒾𝒸 𝓅𝓇𝑜𝓅𝑒 𝓂𝑜𝓇𝓃 𝑒𝓈𝓉

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Mi muerte está próxima


Jihoon cerró las cortinas. Suficiente luz del sol. Miró a las hormigas trabajando en conjunto en el hormiguero artificial que había elaborado.

Se recargó en la silla y miró hacia la luz fluorescente color azul, que parpadeaba sobre la cabecera de su cama.

La lámpara de lava en su mesa de escritorio, las luces que iluminaban las cajas de vidrio, pero no estaban vacías.

Se puso de pie y se acercó al pequeño refrigerador que tenía debajo de un escritorio vacío, ocupado sólo por cajas y peceras sin agua. Lo abrió y sacó una placa de petri con moscas congeladas vivas.

Fue directamente hacia una de las cajas de vidrio y abrió la tapa. Una tarántula con el lomo dorado, sin inmutarse ante el movimiento, de largas patas y varios pares de ojos diminutos, sólo se movió cuando Jihoon depositó las moscas tiesas cerca de su alcance.

Vio como el arácnido las destrozó rápidamente con su mandíbula y sonrió animado.

—Ah... Las moscas son tan fáciles de atrapar, y al final, sólo sirven como alimento para las arañas, las más fuertes e inteligentes depredadoras a su escala.

 Las moscas son tan fáciles de atrapar, y al final, sólo sirven como alimento para las arañas, las más fuertes e inteligentes depredadoras a su escala

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Después del incidente, mandaron a Seungcheol a reposar, pues había sido mordido peligrosamente por una araña viuda negra. Puesto a que no eran originarias de ahí, fue tratado por sintomatología, no por antídoto.

Jeonghan no pudo explicar de dónde apareció... Y eso le molestaba. Había sido un suceso perteneciente a estadísticas casi imposibles puesto que la incidencia de picaduras de las Latrodectus en su región eran... nulas¹.

Aparte se preocupaba mucho por su mejor amigo.

—Bueno chicos, recuerden que tienen examen el viernes, espero que estén estudiando bien para que no les vaya tan mal y duerman mucho. Los veo el miércoles. —Se puso de pie y comenzó a borrar el pizarrón.

De nuevo los alumnos despidiéndose y él respondiendo, pero esta vez sin muchos ánimos.

A Seungcheol le dieron días de descanso, porque la rigidez y los espasmos musculares seguían apareciendo a pesar de los medicamentos.

—Se ve cansado, profesor.

Se giró asustado ante la repentina voz, pues estaba muy dentro de sus pensamientos.

—Lee, ah... Supongo.

Trató de sonreír. Se quitó las gafas y se pinchó el puente de la nariz. Miró a su escritorio y vio el láser de koala, regalo de su amigo.

—Ah, por cierto, el profesor Choi me dijo que tú fuiste el que me trajo mi láser, gracias. Pensé que lo había extraviado para siempre.

Jihoon le sonrió con ojos suaves.

Manía (JeongHoon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora