𝓃𝑜𝓃 𝓈𝓊𝓂 𝒾𝓈 𝓆𝓊𝒾 𝓂𝑜𝓇𝓉𝑒 𝓉𝑒𝓇𝓇𝑒𝒶𝓇

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No soy una persona que la muerte me aterrorice


Se sentía relativamente fresco con la nueva ropa y después de darse un "baño". Y sus pulmones estaban siendo complacidos por el vicio que le prometió a Seungcheol dejar alguna vez, pero ahora ya no tendría oportunidad de hacerlo.

Miró al otro hombre más joven por encima del humo del cigarro, al soltar la bocanada.

—Jihoon... —Llamó al adulto más joven que estaba sentado frente a él en la silla, con los brazos cruzados firmemente sobre el pecho—. Hey, Jihoon. —Volvió a llamar al no ver ninguna reacción.

Por fin, el pálido chico lo miró directamente.

Jeonghan sonrió suavemente, lo más encantador posible.

—¿Sabes? Realmente hay muchas cosas que extraño, pero puedo prescindir de ellas. Como encender la televisión en ese canal de debates para analizar el lenguaje corporal de los senadores, o acariciar el pelaje suave de mi gata —Al mencionarla, sintió un profundo malestar de incertidumbre—. Pero como dije, son cosas que puedo dejar ignoradas en alguna parte de mi añoranza.

Jihoon sólo lo miraba fijamente, sin expresión. Jeonghan no vaciló ni su mirada, ni su sonrisa ligera.

Volvió a tomar otra bocanada del cigarro y pensó en todo el veneno que su cuerpo había soportado esos años. Y el que ahora soportaba en cantidades mayores. No quería imaginarse el estado de su organismo en esos momentos.

—Aunque hay cosas que extraño mucho... Algo tan simple como sentir la luz del sol en mi piel —expresó con aire ausente. Incluso vulnerable. Dejó caer la cabeza hacia abajo, sacudiendo unas cenizas que no habían caído en el cenicero, sino en su regazo.

—¿La luz del sol? —preguntó Jihoon con el ceño fruncido. Jeonghan asintió.

—Te prometo que no es una estratagema para tener una oportunidad de huir, es sólo que este lugar me deprime mucho. ¿Sabías que el sol es esencial para la síntesis de la vitamina D cuando entra en contacto con nuestra piel? —Pasó su dedo índice por la piel pálida del interior de su antebrazo, Jihoon recorrió con su mirada aquella suave extensión—. Y no sólo eso, también ayuda a la liberación de la hormona serotonina. Mis ciclos circadianos están siendo arruinados, Jihoon.

—Eso ya lo sé.

Por supuesto que Jihoon lo sabía. Era intencional.

Jeonghan decidió a buen juicio guardarse la mueca para sí mismo. Era cierto cuando decía que no era un plan elaborado para escapar. En el caso de que Jihoon lo expusiera al exterior, estaba seguro que lo haría con muchas precauciones.

No era tan tonto como para eso. No haría un plan tan vano.

Lo que Jeonghan estaba haciendo era probar las aguas calmas de un pantano tranquilo con un cocodrilo moviéndose por debajo.

Si metía la mano y el cocodrilo se la arrancaba en el instante en que lo hiciera, tendría que desvíar su razonamiento a un camino nuevo.

Si metía la mano y el cocodrilo seguía nadando con calma sin prestarle atención... Entonces Jeonghan podría sumergirse en sus aguas. Y si entraba al terreno del cocodrilo, entonces tenía una ventaja.

Lo que Jeonghan estaba intentando hacer era entender la mente de Jihoon.

El chico que creyó conocer, al cual le adjudicó una ataraxia que no había visto en nadie más, no era una persona simple.

Jihoon estaba trastornado, pero eso no lo volvía sencillo. Era alguien inteligente, con la capacidad física de ser más fuerte que él y podría dominarlo en cualquier momento. Estaba en mucha desventaja de varias formas, pero eso no significaba que era completamente indefenso.

Manía (JeongHoon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora