Capítulo 21 Sam es mi todo.

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Estaba en el Londres mágico, tenía algunos minutos ahí, escondida con un encantamiento desilusionador. La casa de la señora Williams estaba a algunos metros adelante, así que Hermione se concentraba en mirar cualquier cosa sospechosa.

Era una zona tranquila, casi no pasaba gente y el vecindario se veía cómo uno normal. Suspiró, tampoco había mucho qué hacer allí. Y no quería no hacer nada porque eso le hacía recordar a Malfoy. Podía verlo en su mente, en el jardín de la casa Malfoy, esperándola, el día que se casaron. También podía verlo en su oficina del ministerio, o en su mansión, con su sonrisa engreída de siempre.

Podía escuchar su voz, llamándola por su nombre en una súplica, cuando las cosas se ponían intensas. El solo pensar que podía usar ese mismo tono con Samantha, la hacía pensar cosas oscuras y malas.

Un movimiento llamó su atención, desviando por completo sus pensamientos. Creyó ver algo frente a la casa que estaba vigilando, parpadeó para enfocar mejor, pero el pie que creyó ver por un mini segundo, ya no estaba. Se dijo que el estrés la estaba haciendo ver cosas.

Luego lo escuchó, un aullido, cómo el que había escuchado en su propia casa, algunas noches atrás. Esta vez no se intimidó por eso, sintió el miedo, eso era obvio, pero ella ya no era la misma de cuando la secuestraron. Tampoco era la misma de hacía unos días, cuando todo estaba bien en su vida. Ya no podía ser dependiente de nadie, les dejaba eso a otras personas, a las que sí confiaban en sus seres cercanos, porque ella creía que ya no lo hacía.

Levantó su varita tan rápido, que supo que el encantamiento que estaba usando para esconderse perdería efecto, pero solo tenía una oportunidad, apuntó a dónde hacía un segundo le pareció ver un pie.

- ¡Petrificus totalus!

Su corazón palpitó fuertemente dentro de su pecho cuando se dio cuenta de que le había dado a alguien, creyó ver cómo alguien caía al piso, pero un rayo en respuesta a su propio ataque le confirmó que no, que esta persona seguía en pie, corrió con toda la velocidad que sus piernas le permitieron hasta esconderse detrás de un árbol.

Tomó su varita con fuerza. Justo en ese instante necesitaba sostenerse a algo, en todos los sentidos, porque Draco la había engañado hacía algunas horas, y porque Harry la estaba atacando en ese momento.

Rayos rojos impactaban en el árbol mientras ella pensaba a gran velocidad, oía la voz del niño que vivió, su amigo que golpeó y engañó a Ginny, lanzándole hechizos y maldiciones. Comprendió con horror que él era la persona que se dedicaba a aterrorizar a familias enteras, cómo un criminal.

No tenía tiempo, debía contraatacar, la adrenalina la ayudó a olvidar que se batiría a duelo con Harry, pensó en él solo como una mala persona y nada más.

Vio su oportunidad cuando él le lanzó un avada kedavra, ella actuó rápido, ignorando el hecho de que no dudó en acabar con su vida ahí mismo. Se agachó al mismo tiempo que la luz verde dio de lleno en el árbol y lo partió a la mitad. Entonces Hermione rodó en el piso, esperando que las pocas ramas que quedaban sobre el tronco cayeran hacía el otro lado, volteó con Harry y gritó el único hechizo que pensó podría ayudarla.

- ¡Expelliarmus!

Claro que no quería hacerle daño a Harry, antes prefería desarmarlo, aunque él sí quisiera hacerle daño.

El encantamiento desarmador dio en el blanco, la varita de Harry cayó cerca de la castaña, pero ella, en una posición muy incómoda en el piso, no la pudo atrapar.

- ¡Harry! – le gritó - ¿qué estás haciendo?

- Lo que tengo que hacer.

La voz de él era muy diferente a cómo ella lo recordaba, igual que la forma en que se movía. Hermione se puso en pie lentamente, sin dejar de apuntarlo, él dio algunos pasos, buscando recuperar su varita, pero no era tonto, no se iba a acercar a alguien que lo apuntaba directamente.

Para Siempre (Segunda parte de Detrás del librero) Dramione +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora