Capítulo 6 Alto ahí, Malfoy.

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Hermione no era de las personas que llegaban tarde. Y más que nada esto se debía a que planificaba sus tiempos con quizá, demasiada exigencia para sí misma. Siempre había sido así, hasta que Draco Malfoy entró en su vida.

A partir de ese día, le era muy fácil olvidarse de que tenía que cumplir ciertos horarios, porque ahora parecía más importante darle otro beso, enredar sus manos en su cabello, hacer bromas con él y contemplarlo mientras dormía. Y como ahora hacía más ejercicio antes de dormir, por la mañana estaba algo más cansada.

Desde que Narcissa le había puesto aquella prueba, ahora se quedaban a dormir muy pocas veces en la mansión Malfoy, ella y Draco dormían la mayoría de las noches en la casa Granger, y a una semana de su boda ella había querido despertarse temprano, porque además de ir al ministerio, también quería pasar a visitar a sus padres.

Acababa de meterse a la ducha, cuando escuchó cómo la puerta se abría, y un segundo después sintió cómo una figura blanca estaba invadiendo su espacio personal.

Draco estaba dejando besos en su cuello y ella sólo podía pensar en que otra vez llegaría tarde. Cuando él dejó de besar y comenzó a hacer succión mientras bajaba hasta sus pechos, ella dejó de pensar en todo y se concentró únicamente en lo que su novio la hacía sentir.

Eran días muy ajetreados en el ministerio para los dos, la noche anterior él estaba profundamente dormido, vencido ante el cansancio del día, cuando Hermione llegó muy tarde del ministerio, se dejó caer en la cama y se acurrucó contra él, así se perdió en el mundo de los sueños de inmediato.

Malfoy había despertado después de una noche reparadora de sueño, parecía que tenía bastante energía y ella lo sentía, con sus labios en sus pechos y una de sus manos apretando su trasero.

- Maldición, Malfoy.

Draco se separó un poco de su cuerpo y la volteó a ver desde abajo con diversión.

- ¿Hoy vas a hablarme sucio? – le preguntó con cierta ilusión.

- Tengo cómo quince minutos para esto, si te das prisa puede que hasta te grite que me des tu pene.

Draco sintió cómo su miembro se levantaba aún más ante la mención de su novia. Entonces el rubio no dijo nada más, porque mover los labios para hablar consumía tiempo valioso, y ahora mismo quería ocupar ese tiempo en algo más interesante, cómo mover sus labios contra algo más húmedo.

Se puso en cuclillas ante Hermione y comenzó a jugar con una de las partes favoritas del cuerpo de su novia. La sintió estremecerse cada vez que él pasaba su lengua por su humedad, también cómo lo jalaba de cabello con fuerza, pero el pequeño dolor que sentía era parte de lograr que ella perdiera el control.

Cuando tuvo una pequeña oportunidad de separarse y levantar los ojos hacía la cara de su prometida, supo que de ninguna forma aquello les llevaría quince minutos.

A Draco le gustaba mucho jugar antes del sexo. Hermione lo sabía perfectamente, a casi tres años de su primera vez juntos, ella lo conocía bien. Sabía cómo le gustaba lamer, chupar, besar y acariciar por todos lados. Y aunque no fuera nada nuevo para ella, se sentía bastante molesta, porque por él iba a llegar tarde otra vez.

Después de su fallido baño, había salido casi corriendo de ahí para poder hacer todos sus pendientes. La enojaba que Malfoy se hubiera quedado con una sonrisa gigante después de lo que pasó en la pequeña ducha, porque ella también tenía una en la cara cuando se despidió de él.

Y ahora llegaba tarde a ver a sus padres. Molesta y muy feliz al mismo tiempo.

Alejó todos los pensamientos relacionados con la ducha y su rubio novio cuando entró a la residencia muggle dónde llevaban ya algunos años. Podía contar con los dedos de sus manos los días malos de los últimos cinco meses y se sentía muy feliz por eso, aunque no la podían recordar, le era muy agradable conversar con ellos cuando podía.

Para Siempre (Segunda parte de Detrás del librero) Dramione +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora