Capítulo 27 Desearía que gritaras.

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Nadie, ni siquiera los aurores del ministerio, tenían idea de dónde estaba Samantha, pero Hermione creía que, luego de que esa mujer se tomara tantas molestias para arruinar su vida, el que la encontrara ahora, le sería muy fácil.

La casa en la que Hermione había decidido quedarse, era la misma dónde sus padres la llevaban de pequeña cuando iban de vacaciones, cerca del bosque de Dean. En cuanto entró, se puso a ordenar todo de forma muggle, no porque tuviera ganas de hacerlo, sino para mantenerse ocupada, y no dejar que los pensamientos llenaran su mente.

Tenía pensamientos relacionados con Draco, del cual acababa de divorciarse. Con Narcissa y Lucius, por todo el apoyo que le habían mostrado. Habían creído en su plan, y no habían puesto peros a nada. Se sentía mal por sus amigos, a los cuales no les había contado nada, ni siquiera se dignó a despedirse de Ron, y eso que lo tenía enfrente cuando decidió que ya no estaba dispuesta a aceptar ningún tipo de daño por parte de Samantha. En el fondo esperaba que la loca los dejara en paz cuando viera que ella ya no estaba cerca de ellos.

Pensaba mucho en Harry. En cómo no pudo hacer nada por él, en cómo estaba muerto por su culpa. Si no hubiera reaccionado de la forma en que lo hizo cuando Samantha la provocó... Si no hubiera lanzado todas las maldiciones... Si no se hubiera querido ir y alejarse de todos, como estúpida, todo sería diferente. No hubiera ido a la casa de la señora Williams y Harry seguiría vivo.

Eran demasiados "hubiera", los que tenía en la mente, pero todos la llevaban hasta el cuerpo de Harry, retorciéndose en la cama de san Mungo. Sentía un temblor en las manos, así que trató de ordenar todo con cuidado de no dejar caer nada.

Algunas horas después, cuando terminó de poner todo en orden, se puso a pasear por toda la casa, recodando los momentos que había pasado ahí con sus padres. Ese era otro asunto que le dolía mucho, no sabía cuándo los volvería a ver.

- Deberías comer algo.

La voz de Draco resonó en medio de la habitación dónde estaba Hermione.

- No se supone que hables, debe parecer que estoy completamente sola.

Entonces el rubio, cubierto por la capa de invisibilidad de Harry, se cruzó de brazos. No se atrevió a rodar los ojos, aunque sabía que ella no lo estaba viendo realmente.

- Ya lo sé. Pero no has comido nada desde ayer.

- No tenías que quedarte aquí conmigo, Malfoy.

- Mira... - suspiró pesadamente - Apoyo tu plan, pero no podría estar en otro lado que no fuera aquí, contigo.

Ella no dijo más, salió de la habitación y a Draco le dolió el corazón. ¿Qué le había pasado a la juguetona y sonriente mujer que había conocido?

Ah, claro. Una hija de perra de nombre Samantha.

Malfoy tenía muchas ganas de terminar con aquello, para recuperar a su ex esposa, casarse con ella otra vez y volver a cómo era todo antes. Porque estaba seguro de que podría hacerlo, ¿verdad? Escuchó unos ruidos de metal cerca y se dirigió a la cocina.

- ¿Estás aquí? -Preguntó Hermione, pero no esperó respuesta - Prepararé el pollo que te gusta.

- Gracias.

La miró cocinar, en silencio. A Hermione le gustaba hacer eso, y a Draco le gustaba verla, así que esa combinación era perfecta.

- Termínate todo - le dijo Draco cuando ella se sentó a la mesa.

- Sí. Dejaré algo para ti en tu habitación, puedes quitarte la capa ahí, no hay ventanas.

- ¿Cuál será mi habitación?

Para Siempre (Segunda parte de Detrás del librero) Dramione +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora