Capítulo 30 Cruccio

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Antes de que empiecen con el capítulo, otra vez. Si ven algún error ignórenlo, llevaba prisa y ya quería subir esta montaña rusa de capítulo...


***

Un día antes.

Le iba a pedir que se casara con él otra vez. No ese día claramente, aunque en verdad todo pareciera perfecto, aunque hubiera amanecido con ella entre sus brazos, aunque la hubiera podido hacer suya en la madrugada. No lo haría ese día, pero estaba decidido a hacerlo pronto.

Tampoco había tomado la decisión esa mañana, la decisión ya estaba tomada desde que Hermione la había pedido en primer lugar el divorcio. No le importaba Samantha, ni lo que habían pasado por su culpa, lo único que tenía en mente era regresar a su hogar después de un día de trabajo y que ella estuviera esperándolo. O por el contrario, que él esperara en casa. ¿Cuándo se había vuelto un hombre de hogar? Nunca pensó que lo sería, pero ahora no se imaginaba a sí mismo de otra forma.

La castaña entre sus brazos comenzó a despertar, pero no había rayos de sol dándole en la cara puesto que no había ventana en esa habitación. Ella comenzó a moverse, pero Draco la apretó más.

- Malfoy... me ahogas...

- No me importa.

Entonces Hermione rio, aunque le estaba faltando un poco de aire por la fuerza con que la tenía abrazada.

- ¿No te importa? – le preguntó, soltándose al fin.

- No, ven aquí.

Comenzó a jalarla encima de la cama mientras ella luchaba por no dejarse envolver por sus brazos otra vez.

- Espera, –le dijo Hermione entre risas - sabes que si no me dejas respirar dejaré de existir, ¿verdad?

- Tú... dejarías de existir –dijo el rubio, parpadeando.

- Sí, eso es lo que pasa cuando...

No la dejó terminar porque la volvió a jalar, pero la acomodó contra él de una forma que pudiera respirar.

- No quiero que estés lejos de mí.

- Me gusta este Malfoy.

- ¿Este Malfoy?

- Sí, el que es tierno. Y no digas que no lo eres.

- Supongo que sí, lo soy. Vaya, nunca había sido tierno antes.

- Claro que lo eras, pero a tu manera.

- Pero no recuerdo hacer cosas de ese tipo, como tiernas y... lindas.

- En serio las hacías, pero de alguna forma no parecían ser cosas de ese tipo. Pero yo me volví una experta en reconocerlas. Como cuando llevaste todos esos libros a Hogwarts para ayudarme a encontrar a mis padres, o cuando convenciste a Mcgonagall de que nos dejará irnos por una semana. –Hizo una pausa tratando de encontrar un recuerdo en específico- Creo que la primera cosa linda que hiciste, fue aquella dónde me diste la mano cuando nos tropezamos en un pasillo en Hogwarts, algunos días después de lo que pasó en la oficina de Mcgonagall.

- ¿Recuerdas eso? Yo solo recuerdo que tú me rechazaste.

- No me digas, ¿estás echándome eso en cara? –preguntó en forma divertida.

- No, solo digo que antes de ti yo no era muy amable ni expresivo, y esa vez no sé porque te di la mano. Pero tú me diste un manotazo y te reíste en mi cara.

Para Siempre (Segunda parte de Detrás del librero) Dramione +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora