Capítulo 19 Muérdago.

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Draco pasó más tiempo del que le hubiera gustado encerrado en su casa. Sentado en el piso, junto a la puerta de la entrada, había levantado el anillo que Hermione le aventó y lo tenía fuertemente agarrado con una mano, sentía que, si lo dejaba de apretar, éste desaparecería.

Había pasado ese tiempo pensando en toda la situación, buscaba dentro de sus recuerdos algo que lo ayudara, pero todo era muy confuso. Quería levantarse, pero no tenía muchas ganas de regresar a la sala y ver el desastre que era.

No podía salir a la calle tampoco, estaba medio desnudo y no tenía ni idea dónde estaba su varita, así que no podía conjurar nada. Se sentía mal, muy mal. Se sentía cómo mierda. Entonces recordó todo lo bueno que había vivido con Hermione, desde el primer beso que le robó a la fuerza en un aula de Hogwarts, después de la clase de Slughorn, hasta el último que compartieron, en la madrugada del día que se fue de viaje.

Todo lo que habían pasado juntos le apuntaba a que las cosas se solucionarían, pero no podía evitar todo el sentimiento de negatividad que tenía. Se quedó viendo un punto fijo en la pared y se imaginó la sonrisa de Hermione, ella podía iluminar cualquier oscuridad, siempre.

Y Draco quería eso, desde el principio, cuando sus mundos se vieron involucrados, al rubio le tomó muy poco tiempo darse cuenta que la necesitaba. Él, textualmente le había dicho que se quería acostar con ella, que ingenuo había sido en aquellos años, pidiéndole sexo una y otra vez, cuando en realidad no quería solo eso, quería el paquete completo.

Era un obstinado, un Slytherin que quería recuperar lo que había perdido. Se levantó con la misma determinación de aquella vez, cuando le aseguró a Hermione que terminaría en su cama. Antes logró tenerla a su merced, por su propia voluntad, después logró hacerla su novia y se acababa de casar con ella. Estaba seguro de que la convencería de regresar, aunque todavía no sabía cómo.

Tenía claro que primero debía vestirse apropiadamente y encontrar su varita. Luego, buscar a Hermione, con suerte estaría en San Mungo. Draco tenía muy presente que Ginny acababa de tener a su bebé, se alegraba mucho por ella y por Blaise, iría a felicitar a sus amigos y si no encontraba a su esposa ahí... Bueno, no lo sabía, pero sin duda, buscaría a Samantha y la obligaría a hablar, haría lo que estuviera en sus manos para saber qué había pasado.

Cuando llegó al hospital, algunos minutos después de que trazó su plan, se encontró con Luna saliendo del edificio. No le dio tiempo siquiera a decir "hola", la comenzó a interrogar.

- ¿Has visto a Hermione? ¿Vino a San Mungo?

- Sí, – le contestó ella con prisa – estuvo aquí, pero ya se fue.

- Tengo que encontrarla.

- Yo sé que no la engañaste, Draco.

- ¿Qué...? ¿Ella te lo dijo?

- Sí, nos lo dijo a Ron y a mí. Ah, cuando lo veas seguro te golpeará, ten cuidado. Hermione estaba muy mal.

- Lo sé, lo sé, – Draco se llevó las manos al cabello con desesperación – pero te aseguro que yo no...

- Te creo, tranquilo.

- Ella no me creyó – dijo él, con pesar.

- Ya sabes que es muy terca. Mira, tengo que ir a revisar algunas cosas. Entra a conocer a la pequeña Alessandra, es hermosa. Luego cuéntales lo que pasó a todos, Ron y yo no dijimos nada, porque además que solo escuchamos la versión de Hermione, lo que pase entre ustedes no es nuestro asunto, a menos que ustedes lo quieran compartir. Ten cuidado con Ginny, está algo paranoica porque no ha visto a Hermione.

Para Siempre (Segunda parte de Detrás del librero) Dramione +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora