Capítulo 24 Te amo, Hermione.

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Hermione escuchó cómo tocaban a la puerta. Durante la noche habían entrado algunos enfermeros a revisarla pero ninguno había tocado. Ella reconoció a la persona del otro lado, solo por la forma en que tocaba a la puerta.

No quería verlo, lo necesitaba, pero no lo quería cerca, ¿por qué insistía Draco en permanecer ahí, con ella? No lo sabía, pero no quería verlo, después de que él se fuera, no había dormido nada, de seguro tenía un aspecto horrible, y necesitaba darse un baño, también.

Volvieron a tocar la puerta, Hermione se encontraba recostada en la cama, boca arriba. No se movió cuando Malfoy entró a la habitación, ni siquiera lo volteó a ver.

- ¿Granger?

¿Por qué tenía que usar su apellido? Eso le traía recuerdos de cuando estaban en Hogwarts, en su último año. Incluso recordó que ella misma le había pedido que la siguiera nombrando así algunas veces, porque era algo sexy. Que estupidez.

- Te traje algo de comer – no se desanimó cuando ella lo ignoró, su sentimiento de arreglar las cosas seguía muy presente, pero se estaba cansando de permanecer con la bandeja extendida a ella.

Entonces Draco hizo algo muy idiota, porque claro, quería oír mil veces que ella lo llamara de esa forma. Dejó la bandeja de la comida sobre una pequeña mesa que estaba ahí y se acercó a la cama.

- Sé que no quieres que te toque, así que no lo haré, y sé que tú no me tocarás, por eso no podrás alejarte.

Luego se subió a la cama, se arrastró de rodillas hasta que llegó junto a Hermione, abrió sus piernas y colocó una a cada lado de las de ella, hizo lo mismo con sus manos, solo que las dejó junto a la cabeza de la castaña, con cuidado de no tocarle ni un cabello.

Ahora sí, tenía una atención completa por su parte. Se permitió mirarla unos segundos a los ojos, antes de hablar, ella desvió la mirada.

- Hola, Granger. Debemos hablar, y necesito que me veas a los ojos para hacerlo, aunque está claro que no te puedo obligar a nada, porque no podría hacerlo. – Hizo una pequeña pausa, cuando se acordó que una vez si la había obligado, pero todo fue un malentendido – Una vez sí te obligue ¿recuerdas? Detrás del librero de Mcgonagall, esa fue la primera vez que me interesaste, no podía dejar de pensar en ti. Luego... creo que chocamos en un pasillo ¿no? Espera, creo que también te besé a la fuerza la primera vez, demonios esto no está saliendo como esperaba. Una vez nos encerraste en un minúsculo armario de escobas y luego...

- Ya basta, – le dijo ella con voz débil, Malfoy suspiró, y Hermione sintió su aliento, cerró los ojos, porque le era muy doloroso verlo – me haces daño, ¿no te das cuenta?

Entonces Hermione cerró los ojos, incapaz de verlo y el corazón se Draco se detuvo un momento. Lo que menos quería era eso, no quería lastimarla de ninguna manera, no quería ser él, el causante de ningún tipo de sufrimiento. Pero, sin embargo, la estaba hiriendo. Ella le pedía que se alejara y él tercamente y en su egoísmo hacía lo contrario.

La obligaba a verlo, aunque ella no quería, la obligaba a tenerlo encima, aunque no la tocara. Draco quería luchar por ella, pero parecía que el sentimiento no era mutuo. Por primera vez consideró que eso nunca se solucionaría, que nunca volvería a besarla, a abrazarla o a oír su risa, que ella nunca lo llamaría idiota de nuevo. Que ya no le diría cómo a veces no aguantaba que Narcissa fuera una entrometida, o cómo Lucius era muy seco y cortante.

Que nunca más podría tenerla sin nada de ropa, con sus manos aferrándose a él por el cabello, o la espalda, o bien, perdidas entre el mundo de sábanas en que se convertía la cama cuando los dos estaban sobre ella. Tampoco podría arrinconarla en el sillón, la ducha y cualquier pared que se le ocurriera, y ella jamás, jamás, iba a llamarlo por su nombre de nuevo.

Para Siempre (Segunda parte de Detrás del librero) Dramione +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora