VI

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"En ese momento juré que todas las deidades del universo estaban en mi contra o se les había olvidado el significado de ayuda"


         En ese momento estuve a punto de llorar de la impotencia que me daba esta situación, acorralada entre esos dos. Sus miradas llenas de odio, como si se quisieran matar. Los gruñidos por parte del chico que me impedía el paso y la sonrisa de ironía de Peter me tenían temblando. No tengo idea de que se traían esos dos, solo que no quiero ser parte de ello.

—¿Ustedes nunca se rinden? Deberían aceptar su derrota, ella es nuestra, perro —dijo con enojo y desdén Peter.

         De un jalón Peter me sacó de donde estaba para dejarme detrás suyo. Había sido tan rápido que ni me había dado cuenta cuando me agarró hasta que estuve del otro lado, libre...

—No creo que ella quiera permanecer a su lado cuando sepa que es lo que ustedes quieren con ella. ¡¡Devuélvemela!! —Gruñó el chico, de quien aún no sabía su nombre, intentando llegar a mí, pero el mismo Peter se lo impidió dándole un fuerte golpe en el rostro haciendo que este caiga contra el suelo.

"Estar entre dos bandos fue horrible, pero tal vez hubiera sido mejor eso a que darme cuenta que tan grave era la cosa."

         Fue golpe tras golpe, insultos tras insultos. Mi corazón acelerado y mi piel erizada gritaban a voces lo mal que estaba. El sudor frío en mis manos daba a entender los nervios que aquel ambiente tan tenso y escalofriante me provocaba. Juré que por un segundo que la temperatura había bajado a cero haciéndome temblar.

         En ocasiones estuve en medio siendo tirada por ambos, sin poder hablar o moverme por mi propia voluntad. Mi respiración entrecortada y la corriente fría que me recorría solo empeoraba la situación para mí. Sentía que en cualquier momento me desmayaría.

"Tal vez hubiera sido mejor aceptar y hablar con él en vez de seguir huyendo pero cuando uno está en esa situación no piensa, solo escapa y eso hice"

         No supe cómo me encontraron, ni le agradecí su "ayuda" a Peter. Solo sabía que desde que llegó a separarlo de mí, diciendo cosas, que para mí eran inentendibles en aquel momento y poco me interesaron, supe que esta era mi oportunidad de huir. En lo que ellos se mataban a los golpes y yo recuperé la movilidad de mi cuerpo, salí corriendo, allá ellos, que se buscarían problemas con el fantasma de Mr Llabren y digo fantasma porque jamás lo he visto, desde que entré aquí hace cuatro años, a pesar de que todos hablan de él con miedo.

         Me relajé pensando que ya estaba segura lejos de ellos, pero que va, las palabras relajada y segura dejaron de ser parte de mi vocabulario y vida en general desde hace días. Estaba a punto de salir de la escuela cuando otro de ellos me intercede impidiéndome salir del edificio.

—¿Qué? Déjame salir, tengo cosas que hacer —Traté de esquivarlo y acabar de irme, pero no, aquel tipo se empeñaba en fastidiarme—. Está bien. ¿Qué rayos quieren para que me dejen en paz? Su jueguito me está cansando —pregunté molesta y rendida.

         Ya no pelearía contra ellos, era por gusto y sin sentido. Ya estaba sin fuerzas. Mi corazón seguía palpitando con fuerza y las corrientes frías eran cada vez más frecuentes.

—Tú y tu sangre, es lo único que queremos —Reí ante su respuesta pensando que era broma y por los nervios que me causaba toda esta situación, pero al ver la cara de confusión que puso para luego mirarme completamente serio, hizo que lo mirara asustada.

Sangre CodiciadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora