XIV

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"Tener dos versiones de la misma historia solo hace que esta sea más confusa, más si son tan diferentes al punto de parecer dos historias diferentes."


—¿Se puede saber qué haces con este tipo a estas horas de la noche en una moto? ¿Sabes lo peligroso que es? —Atacó molesto Nadeem cuando me bajé.

—Tal vez si hubieras cumplido tu promesa de irla a buscar estaría en tu casa, pero cómo te pareció más importante meterte en problemas y discutirlo con tus padres, ella prefirió irse conmigo y pasar una linda tarde a tener que meterse en problemas por la mala cabeza de su mejor amigo —le respondió con el mismo tono acercándose a él—. Te lo voy a decir una sola vez. Ni se te ocurra meterla en peligro, ella no tiene culpa de que andes en malos pasos —A este punto no sabía si lo quería matar o estaba preocupado, solo que se estaban acercando demasiado, a tan solo unos escasos centímetros uno del otro.

—Mira quien habla. Desde que tus nuevos amiguitos llegaron, ella ha estado en peligro. Quien se debe alejar eres tú —Acercándose aún más a Cris, desafiándolo con la mirada—. Yo no soy quién lo cambió todo por un estúpido puesto que de seguro ni se lo dan. Aquí el único capaz de dañarla eres tú y por eso haré lo que sea para que estés lo más lejos posible, porque aquí el único monstruo eres tú —No pude descifrar qué rayos quería decir o porque había pasado de un tono enojado a uno neutro.

         Quise detenerlos, pero Matheo me detuvo negando. Ellos tenían que resolver su problema por sí solos, pero no quería que discutieran de esa forma por mi culpa.

         Lo que pasó a continuación si no me lo esperaba, Cristian levantó su puño dispuesto a estamparlo en la cara de Nad, pero Nad lo detuvo agarrándolo con fuerza de la muñeca haciendo que la bajara, pero sin soltarlo. Notaba cómo Nadeem solo apretaba más y más su agarre sin quitar esa mirada fría, llenada de enojo, pero también de algo más, cómo si le quedara algo que no podía decir o que no se atrevía. Por otro lado, estaba Cristian que apretaba con fuerza su mano libre hasta encajarse las uñas en las palmas de las manos, tenía la misma mirada con un poco de confusión también, escaneaba a Nadeem de arriba a abajo con cautela hasta llegar a mirarse directamente.

         Nadeem gruñó. Cris sonrió de lado. Se quedaron mirándose. No se movieron. Sus miradas solo se sostenían diciendo todo aquello que durante años se habían gritado. Aquello solo duró unos segundos porque Cristian se soltó con brusquedad del agarre de Nadeem, empujándolo contra el muro que dividía el patio de la casa con la calle. No podía permitir que llegaran a los golpes o no tendrían cuando parar y al parecer Matheo pensó lo mismo que yo porque ambos fuimos corriendo a separarlos.

—¡Dejen de pelear por cosas sin sentido! ¡No son niños, ni animales, para estar resolviendo las cosas así! —les regañé separándolos. Me interpuse entre ambos y Math sostuvo a Cristian—. Cris y Math gracias por la linda tarde de hoy, nos vemos mañana. Y tú entra, que tenemos que hablar —le dije a Nadeem, tomándolo de la mano y arrastrándolo hasta dentro de la casa.

         Lo arrastré hasta su habitación cerrando la puerta detrás de mí. Me crucé de brazos molesta, sin quitarme de la puerta impidiendo que saliera y evitara la conversación.

—¿Qué? ¿Tú también vas a venir a sermonearme? Gracias, pero ya tuve suficiente con mis padres y con el estúpido de Tran. Acaba de alejarte de ese tipo antes de que sea tarde —dijo con fastidio, sentándose en su cama sin tan siquiera mirarme a los ojos, mordiéndose el labio cómo solía hacer.

         Algo muy fuerte escondía, algo que podía mucho más que él, pero por alguna razón no quería decirlo.

—Si Nadeem, si tengo que hacerlo, lo haré. Ahora dime en qué maldito problema te metiste para que por primera vez en tu vida tus padres te griten de esa forma. También me vas a decir de que rayos hablan tú y Cristian porque esa pelea de ahí no fue solamente porque me monté en la moto —Lo apremie, acercándome con cuidado tratando de que me viera a los ojos.

—A mis padres solo les dio un estúpido ataque, porque vieron unos mensajes que me llegaron al celular. Lo de Tran es sencillo, ni ese tipo ni sus amigos ni nada de lo que los rodea es bueno y cada segundo que estés cerca de cualquiera de ellos estás en peligro, pero tu amor estúpido hacia él te ciega y no quieres entender —Noté que estaba muy herido y dolido por lo que simplemente ignoré todos sus insultos por esa vez.

—No me estás diciendo la verdad. Te conozco Nadeem. ¿Por quién tú y tus padres discutían? Y no me digas que por nadie porque escuché bien y ellos se escuchaban muy molestos y asustados —Lo obligué a mirarme para que dijera la verdad, pero solo se volvió a apartar.

—Ya no me insistas, no pienso hablar ni de eso, ni de lo de Cristian. No tengo ganas de nada ahora. Solo tienes que saber que mis padres exageraron y que la compañía de Tran no te va a llevar a ningún buen lugar, créeme... se lo que digo —Lo último lo dijo en un susurro para que no escuchara, pero aun así lo hice.

         Esta vez sus palabras eran más de dolor que de enojo. Las cosas no estaban nada bien.

—Está bien... cómo desees... cuando te sientas preparado para hablar aquí voy a estar dispuesta a escucharte —Parándome para ir a cambiarme de ropa, rendida por la actitud de Nad.

         Me preocupaba muchísimo.

—Voy a estar bien, enana... solo que últimamente las cosas no me están saliendo cómo deberían —Suspiró y se acostó en su cama cerrando los ojos. Se le veía muy cansado y frustrado.

         Estuve un buen rato sola, sentada a su lado revisando mi celular, esperando alguna noticia de mis padres. Los llamé varias veces, pero daba fuera de servicio o estaban apagados. Les escribí cientos de mensajes, pero seguían sin llegarles.

         Nadeem por otro lado no volvió a hablar. De vez en cuando miraba su celular como si esperara un mensaje de alguien. Por un segundo vi un ápice de felicidad en su rostro, pero luego de leer aquello tiró el celular contra la pared enojado.

—¡Pero Nadeem! ¿¡Estás loco!? ¡Ni que fueras millonario! —Le reclamé agarrando el celular que se le había roto por completo la pantalla y parte de una esquina—. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Quién te escribió?

—Nada, olvídalo —dijo seco dándome la espalda.

—No tienes idea lo molesto que es que te pongas así. Me voy a mi habitación, aquí no tengo nada que hacer —Dejé el celular sobre la cómoda dejándolo solo.

         Conociendo a Nadeem estaba segura de que andaba en medio de algo de lo que no me podía hablar. Seguro se sentía atrapado, pero cómo siempre se encerraba en sí mismo. Hacía mucho tiempo que no se comportaba de esa forma y la última vez que lo hizo empezó su eterna pelea con Cristian. Eso era lo que más me preocupa porque esta vez las cosas se habían salido de control, nada que ver con la anterior.

Sangre CodiciadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora