Epílogo

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"Pensar que las cosas simplemente acaban por eliminar un obstáculo es lo más erróneo que te puede pasar por la cabeza. Ese final era el comienzo de nuevos obstáculos y tal vez peores"


         Han pasado veinte años desde que la guerra entre bandos se acabó y la caza por mi sangre y Kylian terminó.
         Algunos, a pesar de que al principio habían dicho que, si aceptaban todas las condiciones, comenzaron a dar problemas. Como todo nuevo comienzo, el caos estuvo presente en nuestro día a día hasta que cada uno se acostumbró a las nuevas reglas, a la nueva vida.
         Ya nadie vivía con miedo de ser asesinado por un par de locos. Las especies que antes estaban al desaparecer comenzaron a crecer. La extinción era algo del pasado. Nacieron nuevas especies de las mezclas de las ya conocidas.
         Lo más importante era que había paz y armonía. ¿Lo mejor? Huir se había convertido en una leyenda, algo sin sentido. Cada día crecíamos mucho más, ya no éramos unos pocos miles, ahora éramos cientos de miles, sino es que millones.
         La señora Eli y su padre Noa se fueron de viaje hace muchos años, querían recuperar tiempo juntos y ella conocer todo el mundo que se habían perdido. Ariel y Abraham regresaron a nuestro pueblo para mantener controlada aquella parte del mundo.
         Como había dicho Nadeem ahora éramos un grupo de ocho, un grupo muy unido. A los cuatro primos les costó aceptarse y llegar llevarse como familia, aunque ahora no se separaban ni por un segundo.

—¡Mamáaaa! ¡Mi primo no me deja tranquila! —gritó mi pequeña de doce años corriendo hacia mí.
—¡Ethan deja a tu prima tranquila! —le regañó Nadeem quien se encontraba al lado mío conversando.
—Solo fue una broma papá —Se quejó el chico de quince años.
—Estaba jugando con Az y Than lo asustó como un lobo —Protestó mi pequeña molesta.
—¿Cuántas veces hay que decirte que no puedes asustar así a los humanos? —preguntó molesto y fastidiado mi amigo.
—Ya, ya, perdón papá. No lo volveré a hacer —respondió cansado.
—Tenemos que entrar. Tío me dijo que llevara a todos los niños para dentro de la casa —dijo Darío llegando con el resto de los niños entrándolos a todos muy apurado.
Todos protestaron queriendo saber que pasaba hasta que vieron a sus padres venir preparados. Entraron al instante al ver la cara enojada de Kylian.
—¿Qué pasó amor? ¿Por qué mandaste a los niños para adentro? —pregunté preocupada una vez llegó a mi lado.
—Vinieron otra vez. Otra advertencia. No sé qué hicimos ahora para molestarlos. Ya me tienen mal con sus advertencias, como si ellos nos pudieran mandar —dijo entre dientes Kylian señalando para el pueblo.

         A lo lejos se veía como un grupo conformado por tres humanos vestidos de blanco y como diez de traje negro venían hacia acá. Cuando me embaracé fue la primera vez que vinieron, supuestamente a pedirnos amablemente que abortara. La segunda cuando mi pequeña cumplió cinco años, nos exigieron que la mantuviéramos lejos de los humanos. Luego cuando cumplió diez, once y ahora doce. Solo eran puras amenazas, que juraban que una nueva guerra comenzaría si algún humano se enteraba de lo que ella era o si ella llegara a tener algún tipo de relación cercana con alguno de ellos.

—No soporto a estos tipos, se creen más poderosos que nosotros solo porque tienen un montón de seguidores. Ojalá le pudiéramos dar una buena lección para que dejen de molestar —exclamó Cristian enojado y de brazos cruzados.
—Piden discreción, pero ellos son los que vienen llamando la atención. Parece que van a arrestar a un pez gordo de la mafia —susurró Osmond con ironía.
—A mí no me interesa lo que ellos quieran o no, mientras no toquen a mi hija, no me importan —Estaba preocupada por lo que esas personas le pudieran intentar hacer.
Intercalaba la mirada entre mi hija asomada por la ventana y esas personas que cada vez estaban más cerca. Con cada paso que dan dos lobos y tres vampiros aparecían, todos dispuestos a defender a los menores, pero principalmente a mi princesa.
—Por lo visto están creando un ejército en contra de nosotros, Sr. Russo —Observó con altanería el líder de aquel indeseado grupo.
—Ya le dije que me diga Kylian —Él odiaba cuando lo llamaban por su apellido y ese tipo lo sabía—. No estamos creando ningún ejército en contra de nadie. Cada año se nos unen más personas de otras manadas y grupos, más los que nacen.
—En ese caso dígales a sus perros que calmen su rabia que solo venimos a hablar —dijo provocando gruñidos y protestas por lo bajo.
—No son mis perros. Son mi familia y como familia nos protegemos. Aquí a nadie le gusta su presencia. Si no le gusta nuestra bienvenida puede largarse por donde vino, ya que su presencia no es requerida. Aquí todos estamos en paz y armonía entre nosotros y los humanos, ustedes son los únicos que forman el alboroto —Sentía como Kylian ya iba por el trillón para no sacar a patadas de allí a estos tipos.
—No vendríamos si ustedes cumplieran con las reglas. Su hija se está volviendo muy cercana a los humanos y está creando relaciones íntimas con ellos. Uno de los chicos se la pasa en forma de lobo asustando a los humanos. Esta será nuestra advertencia si tenemos que regresar porque hubo otro incidente, no seremos tan amables —Terminó de hablar con la voz temblorosa cuando el mismo Kylian comenzó a gruñir y a cambiarle el color de los ojos.
—No se preocupe, no tendrá que volver a venir desde tan lejos, otra vez —Aseguró Kylian haciendo señas con sus manos para que se vayan.
—Bien.
—Bien.

Sangre CodiciadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora