XLII

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"Los tiempos cambian, las personas también y las consecuencias no son las mismas."

         No entiendo por qué hay personas que depositan toda su felicidad en papeles que otras personas escribieron hace milenios. Ellos no te conocían, ni sabían que ibas a nacer en algún momento. Que a ellos les haya funcionado no significa que a ti también.

         Esperé a que Kylian me respondiera. Un minuto. Dos minutos. Tres minutos. Nada. Me paré del sofá en un suspiro cansado. Lo miré una última vez esperando, aunque fuera una respuesta monosílaba, pero él ni siquiera me estaba mirando.

—Bien, si eso deseas y te hace sentir bien... —susurré antes de salir de la casa.

         Afuera la nieve se derretía. El blanco desaparecía, dejando ver a los árboles completamente desnudos otra vez. Los frutos rojos seguían intactos como si el tiempo no pasara, excepto que cada vez se veían más hermosos y deliciosos.

         Estaba sentada en los escalones que llevaban al patio, con las piernas estiradas y moviendo mi pie derecho ansiosa. No sabía qué hacer, no tenía nada que hacer y no quería ver a Kylian ahora, él tenía que estar solo.

         Jugaba con la poca nieve que quedaba pensando en soluciones si de verdad Kylian se negaba a hacerlo. No quiero pasarme toda mi vida huyendo de dos locos psicópatas que desean mi sangre para ponerse peor de lo que ya estaban.

         Por unos segundos me di el susto de mi vida al sentir como algo fuerte y filoso se apoderaba de mi antebrazo. Levanté la mirada mientras intentaba evitar los temblores. Al ver quien era me relajé y sonreí aliviada.

—¡Oh, eres tú! Pensé que ya no vendrías —dije feliz de volver a ver a aquel hermoso búho.

         Este solo me miró confundido y luego molesto, haciendo un gesto con su cabeza como diciendo si quieres me voy.

—No, no te vayas. Solo que ha pasado mucho desde la última vez que apareciste. Pensé que estarías si atacaban, pero nunca apareciste —No le estaba reclamando, solo le contaba el porqué de mi reacción.

         Él solo negó y me miró con cara de obviedad. Luego con una de sus patas señaló a mi corazón y luego a mi cabeza y me volvió a mirar con obviedad.

—Sabes que no entiendo todo lo que dices, ¿cierto? —Él asintió y volvió a hacer lo mismo— A ver, ¿mi corazón y mi mente? —Volvió a asentir— La primera vez que apareciste estaba llorando por culpa de los chicos y sus bromas. La segunda cuando pensaba que Nadeem estaba muerto. La tercera estaba yo sola en el bosque, molesta con los monjes. Y ahora cuando estoy sola, entre la espada y la pared.

         Él asintió y con sus alas hizo un ademán como diciendo que prosiguiera.

—¿Entonces solo apareces cuando estoy muy mal y sola por culpa de este mundo loco? —Asintió— Interesante... Solo que esta vez no depende de mí, si él no quiere no quiere. Pregunta. ¿Por qué rayos hicieron esos papeles? Solo hacen las cosas más difíciles —dije fastidiada.

         Él se encogió en su lugar negando para luego quedarse mirando fijo mi cuello. Trepó por todo mi brazo sin quitar la vista de su objetivo, dejándome muy confundida y algo adolorida por sus garras. Con su pico bajó el cuello de mi abrigo. Yo me quedé inmóvil, ni respiraba.

         Lo siguiente que hizo me desconcertó por completo. No me esperaba esa reacción por parte de él. No pregunté, ni dije nada, solo dejé que hiciera lo que quisiera.

         Restregaba su cabeza contra el lugar donde Kylian me había mordido tantas veces que ya había perdido la cuenta. Una de sus patas estaba en mi mejilla, apartando mi cara poder verla mejor y restregarse en ella. Estuvo unos segundos así y luego me dio un picotazo en el medio, haciendo que me quejara de dolor. Se paró frente a mi primero con una enorme sonrisa, sorprendiéndome aún más.

Sangre CodiciadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora