VIII

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"Tal vez si me hubiera dado cuenta de lo que pasaba en ese momento muchas cosas se hubieran evitado, pero era muy inocente..."


—¿Todo bien? —pregunté, una vez Nad entró en la cocina.

—Si, no te preocupes, solo problemas con un proyecto —Restándole importancia al asunto—. ¿Qué haces? —Acercándose a mí con curiosidad.

—Tus padres dejaron la fórmula hecha, yo solo pongo a hacer los waffles. ¿Cuántos quieres? —pregunté con una sonrisa dejando dos en un plato.

—Con estos está bien —Llevándolos a la mesa para terminar de ponerla mientras yo me hacía los míos.

         Durante el desayuno no dijimos mucho. Luego de eso teníamos que ir a mi casa, necesitaba bañarme y ponerme otra cosa para ir a la escuela.

         Una vez frente a mi casa apreté los puños con miedo. No quería entrar ahí y que hubiera alguien o algo que nos pudiera hacer daño. Temblaba mirando al suelo de tan solo recordar la horrible noche que pasamos Lis y yo y en cómo me encontré la casa la noche anterior... No, no que va, entrar ahí era entrar a una película de terror.

—Vamos, yo voy a entrar contigo, no te preocupes —dijo Nad, abriendo la puerta del copiloto y extendiendo su mano para que me bajara, lo cual hice temerosa, de un salto.

—No tengo opción, ¿cierto? —pregunté y ante su negación seguí caminando hasta la puerta temblorosa, hasta que la abrí y vi que todo estaba bien.

         Al entrar a la casa con Nad y cerrar la puerta tras él, tragué en seco y temerosa subí las escaleras hasta mi habitación. Busqué la ropa que me pondría ese día y luego de examinar cada centímetro del lugar me encerré en el baño soltando un fuerte suspiro de alivio. Me relajé aún más al sentir el agua hirviendo caer sobre mi piel. Sentía cómo si me hubiera quitado un gran peso de encima, ojalá fuera tan fácil...

—Listo... ¿Nos vamos? —pregunté saliendo del baño.

—No, busca ropa para varios días, esta noche te quedas en casa de Lis. Vas a estar ahí unos días y luego vas a la mía y así hasta que las cosas sean seguras para que te quedes aquí —dijo él, serio sin moverse de su lugar, aquello más bien había sonado cómo una orden.

—Espera, ¿qué? ¿Y cuándo planearon todo esto sin decírmelo? —pregunté confusa y algo molesta por la forma en la que me lo dijo, no era una sugerencia era cómo una orden y eso no me gustaba.

—Es por tu bien... ¿O piensas estar aquí sola toda la noche? Esos tipos te pueden hacer daño, no podemos darles ese gusto... —Entendía su punto, pero algo no me cuadraba, era cómo si me ocultara algo.

—No... pero... Espera un segundo... ¿Tú sabes algo que yo no? —pregunté acercándome a él para verlo directo a los ojos, de esa forma él nunca podría mentir, se ponía demasiado nervioso.

—A parte de que no es normal que una casa esté completamente destrozada y que a los 10 minutos esté completamente arreglada y que viste cómo mataban a un tipo no se me ocurre nada más que pueda estar pasando, ¿y a ti? —Enumeró con obviedad, retándome con la mirada.

—No... cierto... ya preparo la maleta —dije a regañadientes dándome la vuelta para ir a mi armario.

         Luego de varios minutos ya lo tenía todo listo. Nad me ayudó a bajar las maletas porque terminé haciendo dos, al no saber cuándo podría regresar no tendría más remedio que estar en casa de los chicos.

         Al llegar a la escuela Nad me ayudó a bajar del auto para que no hiciera el ridículo cayendo de este porque la acera de la escuela era mucho más baja que la de mi casa. Me despedí y comencé a caminar de forma rápida porque estar afuera con el calor que había no era una opción. A pesar del calor era un día hermoso sin mucho sol y con viento, casi perfecto y digo casi, porque vi cómo Peter se acercaba a mí.

Sangre CodiciadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora