III

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         Quedé atónita ante la reacción del hombre, eso sí que no era nada normal. Miré a Lisa sorprendida y confundida, pero ella estaba igual o peor que yo. Ambas negamos, agarré mi dibujo y nos dispusimos a salir cuando entra una chica que también trabajaba ahí.

—¿En qué les puedo ayudar? ¿Necesitan algo? —preguntó la chica sonriente.

         No pude evitar reír por lo bajo al identificar varios tatuajes de mis historias favoritas.

—Estee... si... pero el señor me acaba de echar... Quería hacerme esto, pero se asustó y me echó de la tienda —comenté tímida sin querer buscarle problemas a nadie o meterme yo en uno.

—Qué raro... bueno ni tanto... aquí entre nos, es muy supersticioso... ¿De dónde sacaste el dibujo si se puede saber? —Su tono de voz era divertido y a la vez se mostraba muy interesada en el tema.

—De un sueño, no recuerdo haberlo visto en ningún otro lugar —Miré a Lisa a ver si ella recordaba algo, pero al igual que yo solo se encogió de hombros y negó.

—Suele pasar, a veces tu subconsciente capta una imagen que para tu consciente es sin importancia y luego la proyecta en sueños... En fin, no importa, yo te lo hago. Por cierto, ¿tienes identificación? —Asentí y la busqué dentro de mi mochila. Esa era mi suerte, hace unos días había cumplido los 18 años por lo que el permiso de mis padres no sería requerido en lo absoluto —. Ven por acá —Señalando al lado contrario a donde se había ido el hombre, justo detrás de unas cortinas—. Por cierto soy Alex.

—Un gusto Alex y gracias por quererme ayudar con esto —agradecí sentándome en el sillón que la chica me había señalado—. Quisiera que fuera aquí, no quiero algo muy grande —Haciendo la medida con mis dedos, señalando el espacio entre mi dedo pulgar y mi muñeca.

—Es muy pequeño y te va a doler mucho por la zona. ¿Estás segura? —Dudé por unos segundos, pero al final asentí —¿Algún color en específico o solo negro?

—¿Puedes hacer estas rojas y estas azules? —pregunté tímida y no muy segura ahora que lo pensaba.

         Nunca pensé hacerme un tatuaje, en mi casa estaba tan prohibido que jamás se me pasó por la cabeza, pero ahí estaba mordiéndome el labio con fuerza cuando la chica comenzó a tatuarme. Realmente dolía al principio hasta que poco a poco fui acostumbrándome y me relajé un poco. Me estaba gustando como estaba quedando, era muy hermoso, pero cómo soy yo no pude quedarme tranquila.

—¿Puedo intentarlo? Sé que no es lo común, pero me gustaría hacerlo... —susurré cuando vi que casi estaba terminando.

—No creo que sea buena idea, pero si eso deseas... solo ten cuidado, cualquier error puede ser grave y arreglarlo puede cambiar el dibujo por completo —Asentí y luego de que ella me explicara cómo usarla tomé la máquina dudosa y comencé a hacer lo que ella me indicaba.

         Estaba emocionada por cómo me estaba quedando, pero cómo nada es perfecto terminé equivocándose haciendo una raya mucho más larga de lo que debía. ¿Cómo? Ni idea porque me estaba fijando por el dibujo trazado con lapicero e iba despacio, pero ahí estaba echando a perder mi locura.

—¡Genial! Lo eché a perder —dije molesta conmigo misma.

—Puedo intentar arreglarlo, pero va a cambiar un poco el dibujo. ¿Quieres que lo haga? —preguntó sacándome la máquina y mirándome muy preocupada por la estupidez de ambas, la mía por confundirme en una cosa tan sencilla como una línea y la de ella por permitir que yo misma me lo hiciera.

—No... mejor déjalo no se ve tan mal, ¿no? —pregunté tratando de convencerme de que no había cometido el mayor error de mi vida.

"Ojalá hoy en día haber cometido un error al tatuarme fuera el mayor error de mi vida o por lo que más me tuviera que preocupar, aunque sí fue el comienzo del resto de mi condena..."

Sangre CodiciadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora