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"Voy a tener que empezar a cuidar lo que pido como deseo"


         En varias ocasiones de mi vida quise desaparecer e irme a un lugar nuevo, donde nadie me conociera y empezar de cero. Creo que todo adolescente en algún momento pensó en la clásica historia de lugar nuevo, vida nueva, nuevo look, nuevo todo y a mí me fascina esa idea, más por el hecho de que sería algo súper emocionante, no por supervivencia o por tener que huir de algo. Para mi desgracia ese deseo se me cumplió, pero no por las razones adecuadas...

         Después de intentar que Osmon me dijera quiénes eran esas cinco personas, él terminó diciéndome que era muy tarde que teníamos que dormir, que mañana sería un día largo. En todo el camino hacia las habitaciones seguí preguntándole, pero él solo me cambiaba de tema o lo ignoraba.

         Ya rendida me fui a dormir o eso traté. Los pensamientos en mi cabeza no me dejaban sola ni por un segundo. Estuve dando vueltas en la cama casi toda la noche hasta que por fin logré dormir.

         Ni siquiera había salido el Sol cuando escuché como me llamaban una y otra vez. Me acurruque tratando de volver a dormir e ignorar a quien fuera que me estuviera llamando tan insistentemente a esa hora. Quien fuera, seguía insistiendo y yo intenté acurrucarme otra vez, hasta que fue inútil, así que abrí los ojos molesta, mirándolo con cara de "te quiero matar, déjame dormir".

—Vamos dormilona. El tiempo es oro para estarlo perdiendo en una cama. Hay mucho que hacer —me dijo, tirando de mi brazo para que me levantara —. ¡Levántate, por favor! ¿O quieres que nos quedemos sin desayunar por tu culpa? Si a las cinco y media no hemos desayunado no vamos a poder comer nada hasta el almuerzo así que párate... Tengo hambre... —Lo último lo había dicho con un puchero haciéndome reír y que finalmente me parara de la cama.

—Está bien, está bien, ya me paré... aunque tenemos un problema... esta que está aquí no tiene ropa para cambiarse —dije mirándome aún con la ropa llena de sangre y sucia del día anterior, cosa que hizo que se me escaparan algunas lágrimas.

—¡Cierto! Me dijeron que te diera estas cosas y que los disculparas, pero era lo único que había, aunque también dijeron que te tendrías que acostumbrar a usarlo —Entregándome un bolso con varias cosas dentro—. Ven te voy a llevar al baño para que te bañes y cambies, pero no tardes.

—Esteee... ¿gracias? No creo que sea bueno que me ponga esto cuando no soy uno de ustedes, pero tampoco estoy en condiciones de exigir así que gracias... —No estaba muy segura de ponerme aquello, sentía que le estaba faltando el respeto a alguien.

—Tranquila, yo también me sorprendí, pero ellos dijeron que está bien, así que no te preocupes —dijo regalándome una hermosa sonrisa y comenzando a caminar por los hermosos pasillos del templo hasta llegar a una pequeña puerta—. Aquí es. Anda, te espero acá afuera y apúrate que somos los únicos que estamos aquí.

         Osmon podía ser monje y todo lo que él quisiera, pero cuando se trataba de comida era otro asunto. Jamás se saltaba una comida y cuando pensaba que no iba a alcanzar a comer se desesperaba. Siempre me sacaba alguna que otra risa por eso, era increíble lo que hacía con tal de poder comer. Nadeem y Cris le habían puesto Po, como el panda de la película por eso, ambos hicieron y aprendieron muchas cosas por la comida. Y yo seguía sin entender qué hacía para seguir tan flaco.

         Al entrar al baño que estaba medio a oscuras, porque ni una luz había allá afuera; eran apenas las cuatro y cincuenta y cinco de la mañana por lo que ni un rayito de sol alumbraba aquel lugar. Tragué en seco y antes de que pudiera encontrar el interruptor vi como a lo lejos en una de las ventanas había dos enormes ojos mirándome fijamente. Con desespero busqué el interruptor, pero no lo encontré. La puerta ya estaba cerrada, cortesía de Osmon. Mis manos temblaban y de mi boca no salía una sola palabra. Mordí con fuerza aquel pequeño bultito que tenía en la parte de adentro de mi mejilla izquierda, rogando porque fueran solo ilusiones mías.

         Estaba hecha un terremoto cuando por fin encontré el dichoso interruptor, y pude encender la pequeña luz que iluminaba el cuarto. Temerosa volví a mirar hacia donde se encontraban aquellos ojos, pero ya no estaban. Ya no había nada en esa dirección. Tenía muchísimo miedo como para quedarme sola en ese lugar por lo que en ese mismo instante di media vuelta y salí.

—Tan ra... Pero ¿qué pasó? Pensé que ya te estabas bañando. ¿Viste algún fantasma? Estás muy pálida —Hubiera jurado por un momento que había visto a Osmon hablar con alguien, pero por mucho que miré a los alrededores no vi a nadie.

—H-había u-unos o-ojos e-en la ve-ventana... —Señalando entre temblores hacia adentro llena de miedo— ¿Hablabas con alguien? —pregunté una vez ambos entramos al baño para que el revisara y yo sola no me iba a quedar allá afuera y menos de noche.

—¿Yo? No, con nadie... ¿Por qué? —dijo extrañado revisando todo el lugar y la ventanita que había. Miró hacia afuera y luego la cerró con seguro para que no se pudiera abrir de ninguna forma —. Yo no veo nada. Seguro fue tu imaginación. Báñate y cualquier cosa que necesites voy a estar en la puerta esperando a que salgas. Aquí no tienes nada que temer, estas cien por ciento segura. Te prometo que nada te va a pasar en este lugar. Ahora calma y disfruta tu baño —susurró tomando mis manos con delicadeza, pero a su vez con firmeza en un intento de calmar mis temblores.

         Asentí y una vez que me volvió a dejar sola hice todo muy rápido. Mientras me bañaba y vestía miraba a todo mi alrededor, escuchaba o intentaba escuchar cada pequeño ruidito dentro o fuera del baño. Una vez terminé, recogí todas mis cosas y sintiéndome algo rara por lo que traía puesto me dispuse a ir hacia la puerta, pero escuché como Osmon hablaba entre susurros con alguien. Quise escuchar, pero me fue imposible, hablaban demasiado bajo y rápido. Abrí la puerta de golpe esperando encontrar a quien estuviera hablando con él, pero nuevamente solo vi un reflejo de algo o alguien que no alcancé a distinguir con claridad.

—¿Con quién hablabas? —Volví a preguntar confundida.

         ¿Cómo algo o alguien se podía mover tan rápido y más de ese tamaño?

—Ya te dije que con nadie. Estamos solos en esta parte del templo. Lo mejor será que nos apuremos, necesito hablar con los maestros. Vamos —Esta vez su voz sonaba con mucha más urgencia que unos minutos atrás... como si algo hubiera pasado...

—Te escuché susurrando y creo que a otra persona también. Cuando salí creí ver algo junto a ti y ahora de la nada estas demasiado apurado queriendo hablar con los maestros, como les dices, así de la nada en vez de querer ir a comer. ¿Qué me estás ocultando Osmond? —Me paré en seco cruzándome de brazos esperando una respuesta.

—Está bien, está bien... contigo no se puede... ¿Te acuerdas de los cinco que te hablé ayer? —Asentí —. Bueno vinieron ahora y al parecer tendremos que acelerar todo el proceso que teníamos pensado para sacarte de aquí y llevarte a un lugar más seguro. ¿Contenta? Apúrate, que el tiempo ahora es más valioso que el oro y más el tuyo —dijo tirando de mi brazo y llevándome casi a rastras.

—¿Cómo que estuvieron aquí? ¡Yo los quería conocer! ¿Qué fue lo que te dijeron? ¿A qué te refieres con sacarme de aquí? ¿Qué plan? —pregunté confundida y ansiosa por saber qué rayos estaba pasando.

—Yo no te puedo explicar eso. Por esa misma razón tenemos que apurarnos —No dijo más, no hasta que llegamos hasta donde estaban los mayores del lugar —. Ya no tenemos tiempo. Máximo un día o dos —Me impresionaba el hecho de que yo me estaba muriendo por haber empezado a correr de la nada y él estaba tan fresco como si se hubieran acabado de levantar.

         Lo siguiente que vi no me gustó en lo absoluto. Lo que había dicho Osmon había sido igual o peor que si dijera que el apocalipsis estaba a la vuelta de la esquina. Los vi murmurar cosas, asustados, preocupados y caminando de un lugar a otro, algunos incluso corriendo. En tan solo unos segundos lo que antes era un lugar donde reinaba la calma ahora era un completo caos.

Sangre CodiciadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora