XXVI

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"Cuando estás tan acostumbrado a que las cosas que pasan sean malas cualquier pequeño buen detalle puede llegar a ser la cosa más maravillosa del mundo"


         Corrí junto al chico hasta la cubierta del barco quedándome boquiabierta. No me lo podía creer, aquella imagen que antes era algo imposible, una fantasía, la tenía frente a mí.

—¡Llegaste! Ven, agárrate fuerte, que se puede mover mucho —gritó Osmon, agarrándose de la barandilla con una mano y la otra extendiéndola hacia mí.

         Con algo de dificultad caminé hacia él. A medio camino el barco comenzó a moverse y como era de esperar me caí. Intenté pararme, pero volví a caerme por lo que simplemente me rendí y gateé hasta él, parándome una vez me pude agarrar de la barandilla.

—Ni se te ocurra reírte —Le advertí.

—Trataré... —murmuró mientras se aguantaba la risa —. ¿No es hermoso? A que nunca pensaste ver esto.

—Nunca pensé estar en el océano, le tengo terror, pero esto... No hay nada que haya visto en mi vida que sea más hermoso —dije embobada mirando a la manada de ballenas azules a mi alrededor.

         Era algo magnífico. Ver como salían por completo del agua, volviendo hacia ella en un perfecto arco. Eran demasiadas juntas. La que era una bebé era casi más grande que el barco.

         El barco se movía tanto, que pensé que se voltearía. Estaba tan fascinada con la vista que ni caso le estaba haciendo a lo peligroso que podía resultar aquello, bueno, ninguno de nosotros. Por un segundo levanté la mano como si las fuera a tocar y como era de esperarse, yo agarrada de una sola mano al barandal de un barco tambaleándose, terminé soltándome por completo y si no fuera por Osmon, que me agarró de la cintura haciendo que volviera a mi lugar, hubiera terminado al otro lado del barco.

—Eso estuvo cerca... gracias —susurré algo avergonzada por lo que acababa de pasar.

—No agradezcas boba, mejor agárrate fuerte que si te pasa algo me matan —bromeó pasando su mano por detrás de mí antes de agarrarse. Había quedado entre su brazo y el barandal —. Tengo que asegurarme de que llegues sin un rasguño a nuestro destino —aseguró cuando se dio cuenta de mi reacción, aunque bueno él estaba igual que yo por mucho que lo intentara ocultar.

—Si antes me sentía pequeña, al lado de ellas ni me veo. Nadeem ya habría hecho cientos de chistes al respecto —comenté riendo, aunque sin quitar la nostalgia que su nombre me daba.

         Estuvimos viéndolas hasta que de a poco se fueron alejando, dejándonos atrás junto al atardecer en todo su esplendor.

—Las ballenas siempre se mantienen juntas y cuando duermen, solo una parte de su cerebro descansa, la otra se mantiene alerta, por si algo que representa peligro para ellas se acerca, reaccionar rápido, en otro caso no sobrevivirían. Recuerda eso siempre —dijo Osmon de la nada antes de salir caminando hacia adentro.

—¿Qué? ¿A qué te refieres? No soy una ballena, no puedo hacer eso Osmon —Cuando se ponía a hablar en códigos me daban unas enormes ganas de mandarlo al diablo.

—No quiero asustarte, pero ya estamos llegando a nuestro destino. Un país que ni tú ni yo conocemos, porque si Nadeem, mis tíos y padres habrán nacido aquí, pero nunca más regresaron y las razones no son nada buenas. En otras palabras, hasta que no lleguemos a ese supuesto lugar donde vas a estar a salvo, nadie, pero nadie puede bajar la guardia, no sabemos si ellos ya se enteraron o no, o si nos los podemos encontrar en el camino —Tomó una larga pausa antes de parar de caminar y girarse para verme a los ojos —. Solo no te confíes, eres una persona demasiado dulce y confiada, hasta que esto termine no puedes confiar en nada ni en nadie, es más ni siquiera en mí. Y cuándo estés en ese lugar, sigue alerta por favor... estaré cerca, pero no contigo y no me perdonaría si algo te pasa —Sonaba afligido, con miedo y nervioso, algo nada normal en él, siempre calmado.

         Lo que más me sorprendió de sus reacciones fue que me abrazó. Fue un abrazo lleno de sobreprotección, como si tuviera mucho miedo de dejarme ir... como si fuera un último adiós. Correspondí aquel abrazo un tanto confundida, pero en parte alegre, sus abrazos siempre me reconfortaban.

—Todo va a estar bien, ya verás, nada me pasará —Eso ni yo me lo había creído, pero bueno, por lo menos lo intenté —. ¿Puedo hacerte una pregunta?

—La acabas de hacer —bromeó, rompiendo la cercanía entre nosotros para mirarme a los ojos —. Puedes hacer todas las que quieras mi pelirrojita.

—¿Qué fue lo que pasó para que toda tu familia saliera huyendo de Italia para terminar al otro lado del mundo? —Y ahí estaba una de las incógnitas más grandes que he tenido durante toda mi vida.

         Su expresión cambió por completo. Pasó de estar un poco más relajado a estar tenso y muy nervioso, la misma reacción que tuvo Nad las veces que le pregunté.

—No lo sé con exactitud. Mis padres nunca me quisieron dar detalles y mis tíos y Nad mucho menos. Pero tengo entendido que mi abuelo materno intentó matar a los padres de Nad porque su hijo mayor había traicionado a la sangre por meterse con alguien que no era de su misma especie, ni de su mismo estatus social. Con mis padres fue lo mismo, pero por apoyarlos y creo que Nad también por ser impuro...

《Lo cierto es que eran tres hermanos... El hermano del medio, mi tío, desapareció... Algunos creen que lo mató mi abuelo, otros que su suegro... porque nuevamente otro hijo del todopoderoso "señor Russo", se había involucrado con alguien que no era de su especie y para colmo con la hija de su mayor enemigo... Según tengo entendido todos murieron, la manada entera que él había logrado construir a través de los años... hasta tenía un primo... aunque bueno esa es otra historia... 》

         Habíamos llegado a la habitación y su mirada estaba completamente perdida. Era como si hubiera estado guardando todo eso porque se lo habían prohibido contar. Podía ver el dolor y el terror en sus ojos por lo que lo único que se me ocurrió fue abrazarlo con fuerza.

—Perdón por preguntar... Nunca me imaginé algo así —No había entendido muchas cosas de las que había dicho, pero preferí no seguir preguntando, no quería abrir más la herida.

         Solo estaba segura de una cosa, las pocas ganas de ir a Italia se me quitaron al instante y el miedo que había desaparecido mientras estuvimos en este viaje había vuelto y con más fuerzas.

—No te disculpes, es mejor que sepas la historia completa... Se dice que mataron a todos, pero nadie está seguro de cuál de los dos fue si Russo o Tran... También hay rumores de que mi primo logró escapar, si es así es poco probable que un niño de quince años haya sobrevivido sólo en el bosque, por muy fuerte y entrenado que estuviera.

《Eso es lo poco que sé... lo leí de unas cartas que mi madre tenía, las escribió ella, no sé a quién o para qué, pero ahí estaban. Tenía tanto miedo de que las leyera que la curiosidad me ganó y leí una parte... Me descubrió y al día siguiente me dijo que ya era hora de que entrara al templo para que me preparara para lo que vendría. 》

—Y-yo realmente no sé qué decirte... siempre he visto a tu familia tan unida y feliz que jamás me imaginé que algo así estaba pasando... Por lo menos tú y Nad no tenían que cargar con eso solos... podrían habernos dicho a Lisa y a mi... hablar siempre ayuda... —Seguía abrazándolo y acariciando su espalda con suavidad.

          Él en cambio estaba escondido en mi cuello, abrazándome igual. No se movía ni nada hasta que sentí algo correr por mi piel... estaba llorando...

Sangre CodiciadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora