XVIII

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"El no reaccionar a las cosas horribles que están pasando en tu vida y simplemente darle vuelta a la página sin más está bien, pero ¿no darte cuenta de que todo es una mentira?"


         Pasaron las horas y yo seguía ahí sentada sin saber qué hacer. Llamar a la policía podía ser una opción, pero nada me quitaba de la cabeza que eso sería una pésima idea. Ir con Lisa solo la pondría en peligro. Tampoco podía ir con Cristian. Quedarme allí los pondría en peligro a ellos. No podía solo quedarme y ver a Osmon, aparte de que no estaba permitido.

         No tenía nada. Ni ropa. Ni celular. Ni dinero. Nada. No podía escapar así. ¿A dónde iría? Mis padres eran hijos únicos. Yo también. Nunca supe de mis abuelos. No conocía ningún pariente lejano. Nada. Estaba completamente sola. Con mis padres desaparecidos, no tenía a donde escapar.

         Mi garganta ardía. Mi pecho dolía. Mis ojos ardían. Mis labios dolían. Estaba rota. Hecha mil pedazos. Estaba en un hoyo oscuro. Estaba sola. Una inmensa oscuridad me rodeaba. El frío anunciando el otoño. El aire helado me cortaba. Sentía cómo mi sangre se congelaba. Mi rostro palideció. Mi vista se volvió borrosa.

         Escuchaba gritos. Gritos de dolor. Llantos. Llamadas de auxilio. Desesperación. Más dolor. Ansiedad. Era algo inalcanzable. No sentía nada. Sentía de todo. Euforia. Angustia. Amor. Desolación. Confianza. Traición. Alivio. Dolor. Vida. Muerte. Ansiedad.

—Despierta pelirrojita... despierta... —Escuchaba aquel pequeño susurro a lo lejos que de a poco se fue haciendo más y más cercano hasta que desperté.

         Me había quedado dormida mientras abrazaba mis piernas. Mientras pensaba en todo lo que estaba pasando. Luego miré al causante de que mi horrible pesadilla se acabara... Era Osmon. Bajé la mirada al instante, no me atrevía a mirarlo, no me sentía digna de tal cosa.

—¡Hey! Mi pelirrojita todo está bien —me dijo, tomándome de la barbilla con dulzura, haciendo que lo mirara —. No fue tu culpa. Las cosas pasan por algo. Nadeem escogió salvarte y que vivas tu vida tan feliz y libre cómo lo imaginábamos de niños —Su sonrisa tan tranquila me parecía algo único, algo fuera de la realidad, no entendía por qué— Sabes que él te amaba.

<<Para él eras lo más importante de su vida, no conozco una persona que él amara más que a ti. Él era capaz de lo que fuera por tu bien. Nunca dudaba de hacer lo que fuera por tu bien. Él quiso que estuvieras a salvo, con eso Nadeem era feliz y en eso es en lo que tienes que pensar. Lo que tenemos que pensar. >>

         Nadeem siempre me decía aquello, pero nunca creí que fuera capaz de algo, más allá de sus peleas sin sentido con Cristian. Era cierto que él siempre estuvo ahí en los peores momentos recordándome que tenía un hermano mayor para lo que fuera.

         Mis lágrimas corrían silenciosas por mis mejillas, las que fueron limpiadas por Osmon. No entendía cómo podía decir aquello y mantener aquella sonrisa.

—No llores mi pelirrojita... Todo está bien. Nad está bien, donde quiera que esté ahora. Nosotros tenemos que seguir adelante llevándolo en nuestros corazones. No me llores ¿sí? A él no le hubiera gustado verte llorar.

—No entiendo cómo puedes decirme todo tan calmado y con una sonrisa... ¿De verdad no estás molesto conmigo? —Ni idea de cómo esas palabras salieron de mi boca o cómo rayos él las entendió.

—No puedo estar molesto con una de las víctimas. No te sigas preguntando el porqué del pasado. Ya no podemos cambiar lo que pasó, pero sí podemos crear un mejor futuro. Ven vamos. Nos están esperando —Parándose y estirando su mano hacia mí para que lo siguiera.

—¿Esperándonos? —pregunté, pero no obtuve respuesta por lo que solo lo seguí, sin muchas ganas, la verdad.

         Caminamos unos pasos hasta que se detuvo frente a la puerta del templo. Lo miré confundida, era demasiado tarde para entrar, pero él insistió por lo que me quité los zapatos situándolos al lado de unas sandalias que conocía a la perfección. Al entrar solo estaba el monje mayor rezando por lo que nosotros nos sentamos detrás, esperando a que terminara.

—Es bueno verlos aquí. Necesito hablar de algo serio con ambos. El hermano Osmon debe estar enterado de lo que está por pasar —comentó aún sin mirarnos. Miré a Osmon pidiéndole explicaciones, pero él solo se encogió de hombros —. Conocí a sus padres cuando su madre aún estaba embarazada de usted. Enseguida lo supe, usted sería aquella salvación o perdición que tanto habían hablado los escritos, las leyendas, los seres que sirven a la Luna y los seres que cazan la sangre.

《 Les conté sobre este día, que llegaría a pesar de que ellos lo intentaran evitar. No me escucharon. Han pasado todos estos años buscando una cura para algo que no la tiene porque no es una enfermedad, es un don. En sus manos, en su sangre señorita está el poder de unir dos mundos o de enfrentarlos a una terrible guerra en la que el más débil terminará masacrado. 》

—Con todo el respeto que se merece, pero... ¿usted está bien? ¿Está escuchando lo absurdo de sus palabras? Yo solo soy una chica normal, con una vida normal hasta que vio lo que no tenía que ver, nada más. Mis padres viajan por trabajo no por estar buscando algo imposible —dije sin poder creerme todo aquello.

         Me negaba a creer lo que me decía. Me negaba a creer que todas mis sospechas y las cosas raras que habían pasado en los últimos meses eran reales y no productos de mi imaginación.

—Entiendo que sea difícil de asimilar, pero es la verdad. Naciste con un propósito más allá de tener una vida normal, cómo dices... pero en estos momentos no es lo importante. Lo importante y lo más urgente es llevarte a un lugar a salvo, donde nadie te encuentre hasta que estés preparada. No tenemos mucho tiempo por lo que a partir de mañana comenzaremos con todo.

          Él hablaba y hablaba y yo no entendía absolutamente nada. Para mi estaba hablando en un idioma totalmente desconocido. Era como si le estuviera hablando en código a alguien más y yo solo estaba ahí de metiche escuchando la conversación. Por muy difícil que me fuera de entender a lo que fuera que se refería, era al cien por ciento para mí.

—¿Comenzar qué? ¿A dónde me van a llevar? ¿Preparada para qué? —Juro que más confundida, curiosa, cansada no podía estar—. ¿Y tú qué es lo que sabes? ¿Por qué nunca me dijiste nada? Se suponía que no había secretos entre nosotros...

         Era difícil enterarse que las personas a las que más amabas te habían mentido toda tu vida. Los padres siempre esconden cosas, pero... ¿Tu mejor amigo monje? ¿Si alguien así te mentía en quién rayos ibas a confiar?

—Por mucho que quise decírtelo lo tenía prohibido. Lo teníamos prohibido. Pensamos que si todo seguía igual podrías tener una vida normal lejos de todo el caos... Perdóname... Juré nunca mentirte, pero era por tu seguridad y bienestar... Perdóname por favor... —suplicó arrepentido, lo noté en su voz.

         Ahora era él quién no me podía ver a los ojos.

         Quise decirle que estaba bien, pero nada salió de mi boca. Sabía que no tenía derecho a reclamarle nada, cuando por mi culpa Nadeem estaba muerto, pero si algo me dolía era la traición, la mentira...

         Apreté mis puños con fuerza contra mis muslos, arrugando mi ropa. Trataba de no llorar otra vez, pero las lágrimas no tardaron en caer.

Sangre CodiciadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora