Secreto ||Shadonic||

𓂀 ℂ𝕒𝕡í𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟞 𓂀

Sonic despertó dándose cuenta de que estaba rodeado por las alas del dragón, por un momento se quedó tranquilo pero después reaccionó y se levantó rápidamente, alertando a su acompañante.

-Maldita sea, espero que no sea muy tarde -dijo saliendo por la puerta, dejando confuso al reptil.

El dragón bajó la cabeza y se levantó para subir a las vigas de madera que estaban un poco altas, se oculto en un punto ciego de manera que si el cobalto volvía a entrar, no lo vería.

Llamas recorrieron su cuerpo, revelando a un erizo azabache con vetas rojas, un mechón blanco en su pecho junto a unos ojos cual rubíes.

Suspiro cansado y estiró sus extremidades, estar mucho tiempo en su forma de dragón le dejaba más cansado de lo normal, ansiaba que el cobalto se fuera para poder transformarse.

Al azabache no le molestaba la presencia del cobalto, más bien, le gustaba pero no se sentía preparado para revelarle su secreto y más viniendo de un linaje muy antiguo.

Solo se ponía a pensar en lo molesto que estaría su hermano mayor, ya que había prometido volver pronto pero no se esperaba que lo emboscaran y lo hirieran al punto de tirarlo del cielo.

Cuando vio a ese erizo cobalto sintió una tranquilidad enorme, por un momento la furia que sentía por aquellas pequeñas cucarachas se desvaneció al verlo a unos cuantos metros de él, al acercarse se dio cuenta que le tenía miedo y no era de extrañarse, a lo que sabía es que los dragones no eran muy bien recibidos en el mundo de los mobians.

Para tranquilizarlo se comporto como una pequeña cría que solo busca el cariño y la atención de quien sea.

Considero seriamente si seguirlo hasta su hogar, sabía que debía volver al suyo pero por alguna extraña razón no quería dejarlo solo, sentía que debía protegerlo de cualquier cosa, por lo que decidió acompañarlo y no abandonarlo.

Sonaría raro, pero para él, ese pequeño erizo era suyo.

Y aniquilaría a cualquiera que se atreviera a quitárselo.

A su lado se encontraba un pequeño agujero por el cual pudo ver que el cobalto salía de su casa con una bolsa en su espalda, se le notaba apresurado.

En su pecho sintió una incomodidad, no quería dejarlo solo. Por lo que considero en sí seguirlo en su forma mortal.

Al diablo la discreción, protegería a ese erizo costase lo que le costase.