𓂀 ℂ𝕒𝕡í𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟚𝟡 𓂀

2.4K 304 47
                                    

Días después

Sonic se encontraba acomodando unas flores en la estatua que le hicieron a su mejor amigo, en honor al sacrifico que había hecho.

Toda la paz había vuelto, pero, ¿a qué costo?

Él había perdido a su mejor amigo, y el azabache grisáceo, al erizo que amaba, por el que por primera vez tuvo sentimientos.

Sus orejitas azules se alzaron al escuchar pasos detrás de él, creía saber quien era, por lo que no hizo nada y siguió acomodando las flores.

—Hola —saludó el azabache acercándose poco a poco.

—Hola —le devolvió el saludo sin mirarlo, no tenía ganas de hacer nada.

Quería despertar y que todo aquello fuera una mentira, una pesadilla.

—¿Cómo te sientes? —le preguntó mientras se sentaba a su lado, admirando las flores que el cobalto había puesto.

—Solo por un minuto, quisiera que todo fuera mentira, que él realmente no estuviera enterrado bajo esta tumba. Fue como un hermano para mí, y que ya no esté más aquí, duele como el infierno —cerró sus ojos y enseguida las lagrimas cayeron por sus mejillas.

Al azabache le dolía verlo así, pero sabía que tenía que dejar que el cobalto llorará. Sin dudarlo, rodeo su cuerpo con ambos brazos, transmitiéndole calor y seguridad. 

Su amor podía esperar, y la despedida de su mejor amigo era algo que tenía que sanar, y él estaría ahí apoyándolo, sin dejarlo solo.

Sin importar cuantas veces llorará, él estaría ahí para él.

Otro detalle era su hermano, nunca lo había visto tan destrozado, jamás había sentido amor por alguien, siempre su mente estaba concentrada en proteger a los demás; nunca en encontrar a alguien a quien amar y proteger.

Y ahora que lo tuvo, se lo arrebataron de sus manos. Y lastimosamente no había nada que podían hacer para traerlo de vuelta.

Todavía recordaba la frase de Infinite después de que su hermano le suplicará buscar una manera de traer al albino de vuelta a la vida.

No puedes interrumpir el flujo de la muerte, lo que tenía que pasar pasó; el destino está escrito en piedra de forma permanente, por lo que no puedes cambiar la forma de la piedra o el fragmento de aquella parte del destino de Silver aunque lo desees. No podemos interferir con las decisiones de la muerte.

Eso había destrozado a su hermano, pero sabía que tenía razón.

Lo único que podía hacer, era apoyarlo en las decisiones que tomará.

◽◾◽

El grisáceo permanecía encerrado en su habitación, no quería salir. Estaba en una tristeza profunda, su querido erizo albino se había sacrificado con tal de mantener a salvo a todos.

Después de lo que le había contado acerca de su familia, quería decirle que él podía preocuparse y estar con él el resto de su vida. Que podía permanecer a su lado sin ningún tipo de obligación.

Pero el destino actuó injustamente y se lo arrebataron de su lado.

Hace mucho que no sentía un vacío en su corazón, no se comparaba en nada con algún dolor físico o malestar que hubiese tenido en el pasado.

Aún recordaba su mirada ambarina y la última sonrisa que le dio, antes de verlo caer al suelo sin ningún tipo de delicadeza.

Y él, al ver eso, supo de inmediato que lo había perdido para siempre.

Y se arrepentía de no haberse dado cuenta a tiempo del peligro que arremetió contra la vida de Silver.

Estaba tan empeñado en vencer a Teros, en acabar con él, que no se dio cuenta que aquel erizo que se había convertido en alguien importante en su vida, estaba en las últimas.

Cerró los ojos con fuerza, logrando que aquellas lágrimas que se había esforzado por retener bajaran con velocidad.

Mientras que al otro lado de la puerta, Ame escuchaba con dolor como su hijo mayor lloraba.

Le causaba tanta tristeza, que a la única persona que llegó a amar su hijo, ahora estaba enterrada bajo aquella estatua.

Secreto ||Shadonic||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora