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(narrado en primera persona)
Me encontraba lavando los platos mientras esperaba a que Jeon llegará de su trabajo. El concierto de los chicos en dónde volverían luego de la pandemia que derribo al mundo los tenía muy atareados, tanto que han estado practicando horas extras a diario.
Cuando lavaba el último plato sucio, escuche que la puerta principal del departamento se abrió y con una sonrisa me asomé. No me saludo ni me dió un beso así que supuse que no había sido un buen día para él.
Le di su espacio mientras me secaba las manos y ponía crema en ellas y fui hasta el sillón donde se encontraba descansando.
— ¿Todo bien bebé? —Pregunté sentándome a su lado y pasando mis brazos a su alrededor.
— Solamente no tuve un buen día en el trabajo —Respondió y confirmé mis sospechas.
— ¿Quieres acompañarme a la piscina? Quizás eso te relaje un poco —Sugeriste y luego de pensarlo asintió con su cabeza.
Preparaste las toallas y batas de ambos y bajamos a la piscina exclusiva del lugar en donde vivimos.
Afortunadamente a esta hora los demás residentes dormían así que el lugar era solo para nosotros.
Nos metimos al agua y comencé a darle un pequeño y relajante masaje en sus hombros, luego baje a su espalda complacida de que le agradaba.
— Gracias por siempre preocuparte por mi amor.
— Me preocupo porque te amo.
Una sonrisa de conejo se pintó en su rostro y lo abracé recargandome en su hombro.
El paso su brazo por mis hombros y con su otra mano alzó mi mentón para darme un suave y reconfortante beso en los labios.
— Por favor, jamás pienses en irte de mi lado —Me pidió.
— ¿Crees que querría irme de tu lado? —Fruncí el seño —. Eso sería una locura y digamos que estoy loca pero no tanto como para dejar ir al hombre que amo.
Acaricio mi cabello y así pasamos el rato. A pesar de que no todos los días eran perfectos, al estar con él me sentía segura y protegida. Yo era su apoyo y él el mío.
