Tu cuerpo entero estaba lleno de cansancio después de una larga jornada de trabajo, lo único que deseabas era llegar a casa y dormir al lado de tu divino novio. Y quizás si tenias suerte, te daría de cenar.
La sorpresa fue notoria cuando lo viste revolcándose con otra en tus propios ojos y en la casa qué en realidad era solo tuya pero lo dejaste vivir un tiempo en esta.
Te cruzaste de brazos esperando a que notara tu presencia y una vez que lo hizo, lanzó a aquella rubia al suelo.
— J-Jagi...e-esto no...
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Comenzaste a reír y simplemente señalaste la puerta que indicaba la salida.
— Vayanse antes de que haga algo de lo que me arrepienta.
La chica salió de inmediato con su ropa a medias pero el se acerco y abrazo tu cuerpo qué se encontraba tenso de coraje y tristeza.
— Por favor perdoname, solo seguí mi instinto.
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— ¿Instinto? —. En ese momento se quebró tu voz —. Te di todo lo que pude sin importar nada, ni siquiera la diferencia de edad entre nosotros y ¿Me pagas con una infidelidad?
Lágrimas caían de tus ojos y no podías contenerlas.
— Sigue con tu vida y ya no vuelvas a la mía.
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Y los días y las semanas pasaron, no mentirias en que su ausencia te hacía sentir triste y sola a tus treinta años, pensabas que era el amor de tu vida aquel joven de veinti dos pero al final parecía que el destino no los quería juntos...al menos no en esta vida.
Al volver un día te espantaste de que la luz de tu hogar se encontraba encendida y pensaste que quizás fuiste distraída así que sin tomarle importancia, entraste sin alguna precaucion.
Vaya sorpresa fue cuando unos curiosos ojos te observaban con el mismo amor de hace algunos meses.
— ¿J-Jungkook? ¿Cómo entraste?
Señaló la llave que le diste hace mucho que ahora hacia en la mesa.
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— Creo que me he tomado mucho tiempo para venir —. Se puso de pie y poco a poco se acercaba a ti con disimulo —. Pero realmente quería convertirme en una mejor versión de mi mismo para ti, ser más maduro y estar a la altura de una mujer tan bella como lo eres tu.
Sus palabras tocaron tu corazón que no recibía amor desde hace tiempo.
— ¿Podría mommy perdonar a este chico que fue malo con ella?
Un puchero adorno su cara, eso basto para que supieras que tu pequeño seguía siendo el chico del que te enamoraste en el pasado.
— Ven aquí mi baby boy, te has ganado un pequeño castigo...
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