Epílogo

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***

Me sentía en mi ambiente, mientras me movía por la cocina preparando la mazamorra para el cumpleaños de Alejandra.

Desde el día anterior Eliza, Alex, Dayanne y yo estábamos decorando la casa; sin embargo, no habíamos logrado terminar. Pero para mi suerte la ayuda, aunque inesperada, llegó muy temprano. Sin embargo, con todo y eso aún no terminamos pensé mirando el reloj.

Eran las dos de la tarde.

Suspiré y me apresure a apagar la cocina para ir a la sala donde estaban los demás.

Sonreí cuando vi a mis amigas limpiando la sala y dándole los últimos detalles a la mesa.

La puerta se abrió y Alex ingreso con varias bolsas.

—Te ayudo —le dije a mi hermano tomando una de las bolsas que tenía.

—Gracias —me dijo con una sonrisa antes de mirar a los demás y gritar— ¡La comida está aquí!

—¡Al fin! —exclamó Dayanne.

—No seas exagerada —le respondió Eliza a mi hermana— Vamos chicas, vamos a comer —dijo mi cuñada a mis amigas quienes asistieron llevándome con ellas.

Una vez que todos estuvimos sentados en la mesa de la cocina, Eliza repartió los platos de comida y entre bromas almorzamos.

Me gustaba la interacción que tenían mis amigas con mi familia. Claro, a Dayanne ya la conocían, pero esto era algo nuevo.

Con todos ellos sentados en la mesa, almorzando juntos sentía que no me faltaba nada.

Bueno, casi.

Fiel a su palabra, Alex dejo que invitará a quien quisiera.

Invitar a mis amigas era un hecho indiscutible, aunque llegaron antes de lo previsto, aunque no podía quejarme de eso, sin su ayuda nunca hubiéramos terminado de adornar la casa.

Ahora las personas que faltaban y llegarían a la fiesta.

Estaban Thiago, Samantha y su novia que asistirían, aunque esta última al principio no quiso ya que no conocía a nadie; sin embargo, pude convencerla de asistir ya que así al fin podría conocerla.

Y por último y no menos importante, Sebastián. Lo había invitado a la fiesta de Alejandra el mismo día que terminó el ciclo.

Siendo sincera pensé que se negaría ya que no teníamos mucho tiempo como enamorados, pero como siempre Sebastián hizo lo contrario. Acepto en venir a la fiesta sin dudar, de hecho él ya estaba en Corail; sin embargo, había aceptado mi petición de no llegar hasta la hora que iniciaba la fiesta.

No quería que Alex lo asustara antes de que pudiera conocer a Eliza y su hija.

—¿En qué tanto piensas, chica? —me preguntó Cay.

—En nada —le respondí con una sonrisa mientras comía.

—Seguro está pensando en alguien que verá en unas horas —dijo Dayanne sarcásticamente.

Yo negué rogándole con la mirada que se callara, pero si había algo que adoraba mi hermana era molestar a Alex y eso lo lograba con creces cuando mencionaba a Sebastián.

—Ya sé a quién te refieres —le siguió el jugo Katrina con una sonrisa ladina.

Estoy muerta pensé.

—¿A quién? —preguntó mi hermano con un ceño fruncido y un tono que dejaba en claro que se estaba conteniendo para no asesinar a nadie.

Él lo sabe y todavía pregunta me dije.

Bonita casualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora