Capítulo XVII

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Esperar a que Cayla actuara no fue necesario ese mismo día por la noche ella me acompaño a mi casa con la intención de quedarse a dormir.

—Pero... ¿Por qué? —le pregunté.

Ella nunca se quedaba fuera de su casa al menos no que yo supiera y que solo lo haya dicho tan de repente me sorprendía, por otro lado se estaba auto invitado y no sabía cómo lo iba a tomar mi hermana.

—Porque tengo que ayudarte a solucionar de una vez lo que sucede con Sebastián, tal vez no te das cuentas pero estas más distraída de lo normal desde que dejaron de hablar —si me había dado cuenta— ya no sonríes como antes y ni si quiera cuando Alejandro te dejo de hablar estabas así.

Suspiré— Alejandro también es uno de los motivos por lo que estoy así.

—Él quiso que las cosas fueran así, tú lo intentaste.

—Lo sé pero eso no quiere decir que deje de doler —le respondí abriendo la puerta— ¿Crees que Dayanne se enoje?

—No, ella misma me dijo que podía venir cuando quiera ¿Recuerdas?

—Si tú lo dices —aunque si tenía razón y en ese aspecto era preocuparme en vano, sabía que Dayanne estaría feliz de que alguien llegará a casa y que me distrajera porque a pesar del poco tiempo que nos veíamos Dayanne era consciente de mi cambio de humor.

— ¿Qué te está pasando? —me preguntó mientras cenábamos y aunque era bastante directa su tono fue suave.

— ¿Cómo así? —le pregunte dejando de comer.

—Andas deprimida y no creas que no me he dado cuenta, lo que quiero saber es por qué, te veías tan alegre antes de que iniciará la universidad.

—Es que... —¿Qué podía decirle?— La verdad no sé qué me pasa.

—¿Alguien te molesta en la universidad?

—¿Qué? ¡No! —y gracias a Dios por qué de ser así y conociendo a mis amigas esa persona no duraría ni dos días, Katrina lo demostró cuando hizo que encarcelarán al ex de Cayla.

—Entonces... —miré a mi hermana y supe que ella no estaría tranquila hasta que le diera una repuesta, una que la satisficiera.

—Alejandro se fue —le dije con un tono de voz bajo.

—¿Cómo qué se fue? No entiendo —entonces le explique lo que había pasado entre nosotros desde que me pidió el cambio de turno hasta que Alicia me envió una publicación diciéndome que se había ido de la ciudad.

—No tiene sentido; es decir, por qué haría eso —me preguntó.

—No lo sé.

Dayanne tomo mi mano y le dio un apretón— Sé que pedirte que no estés triste por eso es imposible, después de todo Alejandro estuvo para ti en los momentos más difíciles y te duele demasiado que haya pasado eso entre ustedes pero no puedes poner tu vida en pausa solo por eso.

Es que no es solo por él dije en mi mente, también era por Sebastián.

—Bueno terminemos de cenar —dijo— Y sabes te haría bien salir un poco más así no piensas en eso todo el tiempo —asentí— ¿Te puedo confesar algo? —preguntó y yo asentí— Por un momento creí que estabas saliendo con Alejandro y que por eso estabas así.

Yo negué y aunque la idea de mi hermana tenía sentido no me hizo ponerme nerviosa solo nostálgica.

—¡Stefania!

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