—¿Y bien señorita Araos?
¿Qué le podía decir? Mi mente no cooperaba, no había estado prestando atención a la clase de ese día, ni a ninguna de esa semana o de la semana pasada.
—Estoy esperando su respuesta, señorita —aparentemente el profesor quería que le dijera que no sabía la respuesta.
Escuchaba a mis amigas susurrarme ideas de qué responder pero no podía captar ninguna a causa de los nervios.
—¿Va a contestar o no? —cuestionó de nuevo el docente haciendo que tuviera más miedo de decir algo— ¿Sabe la respuesta o no? —negué moviendo la cabeza aún sin decir nada.
—La clase es para que todos los que están aquí presten atención, no para que estén divagando, lo que aprendan hoy les puede servir en su futuro... —y continúo hablando de lo importante que era cada clase de nuestra carrera cómo si no lo supiéramos.
¿Entonces por qué no prestas atención? Me pregunté y a aquello encontré más rápido una respuesta y como no hacerlo si era lo mismo que me venía atormentando día tras día desde que iniciaron las clases, y esa respuesta estaba confirmada por dos nombres: Alejandro y Sebastián, de quienes no sabía nada, bueno del primero no sabía nada desde hace meses pero del segundo desde hace unos días y la culpa por ello me llenaba.
Era consciente que el que Sebastián no me hablará era mí culpa, yo debía haberle dicho hace mucho la verdad acerca de mi nombre, debí haber sido sincera y decirle desde antes de nuestra salida en San Valentín que mi nombre no era Carla sino Stefanía. Aunque admitía que luego de haberle enviado un mensaje el mismo día que se enteró de ello no había vuelto a intentar hablarle, pero no sabía cómo hacerlo.
Primero cuando empezamos a hablar fue a causa de la llamada se Cayó y luego por mera continuidad. Segundo, fue ese mismo inicio el que me orillo a ocultarle mi nombre ya que no tenía idea que seguiría en contacto con él. Y por último mi mayor temor era que no lo volviera a ver y desapareciera tal como Alejandro.
Quería llorar, pero no podía porque estaba en clases.
Estaba tan frustrada por la situación que no podía hacer nada bien, cada parte de los trabajos que me tocaba hacer tenía más errores de los comunes y es consciente que eso a mis amigas no les estaba haciendo gracia ya que demorábamos más de lo que planeaban.
—Chica despierta antes que el profesor te pregunté de nuevo —me medio susurró Ariana para que pudiera escucharla.
Asentí y trate de prestar atención pero no podía. Un gran defecto mío, cuando algo me afectaba me desconcentraba de todo lo demás a mi alrededor.
—Copia lo de la pizarra antes de que te atrases —asentí a Ariana y decidí seguir su consejo aunque ya estuviera atrasada.
Por el rabillo del ojo vi a Katrina pasándole una hoja a Cay y a Raven susurrarle algo a Katrina.
¿De que estarán hablando? Me pregunté pero no le di muchas vueltas ya que Ari me miró mal por no estar copiando lo del pizarrón.
Unos minutos más pensé unos minutos más y está clase habrá terminado.
***
Cuando la clase finalizó otro dilema se me presentó.
Vi a mis amigas reunidas a un par de carpetas de la mía, en específico en la carpeta de Katrina, que decían exactamente, no tenía idea ya que se aseguraban de hablar lo suficientemente bajo como para no escucharlas.
¿Me sentía excluida? Un poco, aunque sabía que no me habían llamado ya que de seguro hablaban de lo que me pasaba, o al menos eso intuía ya que cuando una de nosotras tenía un problema las demás hablábamos de ello cuando la involucrada no estaba para tratar de encontrar una solución a lo que le pasaba o al menos darle un consejo que le sirva.
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Bonita casualidad
Novela JuvenilConocerse fue su más bonita casualidad, y enamorarse su mejor apuesta a la felicidad. ------ Stefania Araos tiene el corazón roto. En los últimos dos años su vida cambio por completo y no para bien, cada vez se siente más cerca del abismo lista para...