Capítulo V

54 10 6
                                    

La noche llego antes de lo esperado, al menos para mí, sentí que las horas pasaron muy rápido, aunque eso tal vez se debía a qué estuve ocupada cuidando a Alejandra y ayudando a Dayanne con los regalos que había dejado en el auto, regalos que casi terminaron en una discusión.

—¿Por qué compraste tantos regalos? —le había preguntado Alex cuando vio todas las bolsas y cajas que estaban en la sala esperando ser ordenadas bajo el árbol de navidad— ¿Tú la ayudaste? —cuestionó mirándome.

—Yo no estuve muy de acuerdo...

— Pero si ayudo y lo hice porque quería —respondió mi hermana encogiéndose de hombros— Además hace años no veo a los abuelos ni a nadie de la familia —eso era una excusa y mi hermano lo sabía.

—Me viste hace unos meses —le señaló Alex con la voz tensa.

—Sabes a lo que me refiero —y eso era que no habíamos estado en una navidad como la que planeaba pasar ese día desde el accidente de mis padres.

No sabía si mi hermano había entendido lo mismo que yo y aunque no había estado muy de acuerdo con su compra obsesiva entendía sus motivos, entendía la necesidad de Dayanne por hacer esto.

Alex parecía incómodo debido a que él solo había traído un regalo para cada miembro de nuestra familia en comparación a los regalos de mi hermana se notaba en su cara que quería decirle mucho más a Dayanne, pero no lo hacía debido a que yo estaba ahí.

Me seguía viendo como una niña a la que debían proteger de todo, una manía suya desde que tengo uso de razón era nunca discutir delante mío, y a pesar de no ser una niña él no hablaría con mi hermana sobre lo que le incomodaba mientras estuviera ahí por lo que fui a buscar a mi cuñada y sobrina con quienes estuve hasta la hora de la cena de medianoche.

En la mesa había un pollo asado en el centro, papas fritas, papas sancochas, una variedad de ensalada, jugos, gaseosas y un vino, para que los adultos que tomaban brindaran.

No podía quejarme, la cena fue maravillosa y no solo por la comida, lo más lindo fue que mencionaron a mis padres con cariño y en ningún momento sentí que nos tenían lástima por lo sucedido.

Cuando todos terminamos de cenar ayude a mi abuela a limpiar la mesa y el servicio que habíamos utilizado junto a Alicia, ya que ella le había dado su hija a Dayanne, después fuimos a la sala.

La alegría seguía flotando en el lugar, los anécdotas, los chistes que todos compartíamos pero no pude evitar sentirme desanimada una hora después, por lo que subí al cuarto dónde me quedaba y me puse a conversar por mensajes con mis amigas de la universidad, en especial con Cayla, e inclusive con Luna, con quién ya no hablaba muy seguido.

Luna: Debemos ponernos al día.
Luna: Hay que acordar para vernos pasando fiestas.

Yo: Claro, cuando regrese a Housung te aviso

Luna: Eso espero...

Estaba segura que si no lo hacía yo ella estaría enviándome mensajes para saber si ya había regresado a parte que quería verla y conversar con ella había pasado cuatro meses desde que nos habíamos visto a pesar de estudiar en la misma universidad.

Suspire sintiéndome mal por no poder estar con mi familia disfrutando el momento y todo porque Alejandro no respondía mis mensajes desde hace tres días y mucho menos el que le envié a media noche deseándole una feliz navidad.

Bloqueé mi celular antes de caer en la tentación de volver a entrar a su chat y deprimirme más.

—¡Stefanía, ven! —gritó Alex desde la sala, sonaba bastante animado por lo que me apresure en ir a dónde estaba.

Bonita casualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora