Capítulo I

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Tenía un serio problema, un enorme problema.

Bueno al menos yo lo veía así y sabía que tal vez estaba siendo un poco, demasiado, dramática y drástica con la decisión que quería tomar y que según yo era la mejor, sabía eso, pero mis amigas estaban ahí para evitar que cometiera el peor error de mi vida.

—¿Por qué no entienden? —cuestioné por enésima vez tratando de ganar aunque ya estaba dando por pérdida la guerra— No hay solución, lo mejor será retirarme.

—Esa no es una solución Stefania y lo sabes.

Claro que lo sabía, pero mi vida había cambiado mucho y en los tres años que llevaba en la universidad por primera vez quería dejar todo y rendirme.

—Además somos tus amigas ¿No? Te vamos a apoyar siempre y está vez no será la excepción.

Eso también era algo que sabía y de lo que estaba seguro. Ese era uno de los motivos por los que les había comentado mi idea y que no lo había hecho antes a pesar de que pasaba por mi cabeza muchas veces.

Me aferre sin miedo al abrazo que Cayla, una de mis mejores amigas, me daba y me deje pensar por un momento que nada malo pasaba.

—Vamos chica no te desanimes, todos hemos pensado lo mismo en algún momento de nuestra vida —me dijo Ariana.

—Exacto, no te dejaremos así que desiste de esa idea —dijo Cayla acariciándome el cabello por lo que hice una mueca, no me gustaba que toquen mi cabello pero decirle no a Cayla era algo difícil, muy difícil.

—Ahora solo debes preocuparte por los exámenes que nos faltan rendir y nada más —señalo Raven y todas asistieron a sus palabras.

Todo este drama se había originado a raíz de que me había enterado que había reprobado un curso de la carrera que estudiaba y me había puesto melancólica desde entonces.

Sabía que aquello no era muy malo porque podía recuperarlo, lo malo era que implicaba un costo, uno con el que no contaba y no podía cubrir en esos momentos; sin embargo, mis amigas habían logrado levantarme el ánimo con su apoyo aun cuando seguía sin encontrar una solución para ese detalle y que fueran aquellas muestras de cariño las que me hacían recordar a las personas que más amaba y no tenía conmigo.

"Como los extraño" pensé recordando a mis padres, a quienes había perdido hace dos años en un accidente de tránsito cuando íbamos de visita a casa de mis abuelos.

—No pienses en ello —me dijo Katrina quien era la más observadora de mi grupo de amigas.

Le sonreí escuetamente antes de asentir y sentirme algo culpable por querer retirarme, porque si bien yo tenía problemas con lo de haber jalado un curso para ella era peor y aun así no se daba por vencida.

Todas nosotras sabíamos que Katrina estaba sola en la ciudad, ella era de México según nos dijo por lo que no vivía con su familia y aunque no sabíamos el porqué de aquello, a pesar de que preguntamos al inicio cuando tuvimos más confianza como amigas; sin embargo, aquello no impidió que amistad que sentíamos con ella creciera cada día más.

—Steffi... Me acompañas a comprar —me pidió Cayla y asentí debido a que la notaba algo nerviosa y eso lo sabía por como jugaba con el celular en su manos era una detalle que había aprendido a identificar en ella.

Nos levantamos del césped donde habíamos estado sentadas conversando con las demás para ir al quiosco de nuestra facultad.

***

Mi amistad con Cayla era una de las más profundas, no había otra manera de describirla, éramos dos polos opuestos en nuestra manera de ser y la perspectiva de ver la vida; sin embargo, creo que era aquello lo que hacía que cada que necesitará ayuda, y viceversa, sea la primera persona en la que pensará.

Bonita casualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora