13: "Duda contemporánea"

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El viejo hombre Beta giraba en su entorno, observando a los tres Omegas descansar, apenas llegaron hace unos días y su único trabajo es cuidarlos lo suficiente, no obstante comenzaba a ser difícil, más aún, cuando conocía a uno, quien rápidamente se volvió su favorito.

Sus ojos topacios se dirigieron al primero.

Karamatsu Matsuno, de una gran manada de sextillizos y por lo tanto de sangre pura Alfa destacablemente se diría, uno muy bien cuidado y protegido por la misma, una vida pacífica que bien sabía, llegó a su fin.

Giró a la acompañante. La mujer, que ya olvidó el nombre, y según investigó su padre Alfa pensaba venderla a ese prostíbulo a un alto precio hasta que se supo lo del gobierno.

Y el tercer Omega que quedó no era nada más que de una familia Beta sin nada para atesorar.

Se encogió de hombros, tomando de vuelta sus guantes de látex y continuar con la revisión diaria.

Después del primer examen cuando llegaron, pudo ver que dos estaban en buenas condiciones, pero el Omega de los Matsuno era algo especial, según le comunicaron de haberlo encontrado en ese accidente, efectivamente algunos huesos pequeños rotos y fisuras en su pierna, cicatriz de hace días pasados y por lo tanto mal curado. Algo de atención médica ayudaría, en cambio, para los otros Omegas no fue lo mismo y los pusieron a trabajar apenas cayó la noche del mismo día.

Luego de un breve examen a los dos menos importantes, puso su atención en el Omega ya casi completamente sano, pero que continuaba poniendo excusas para tener un tiempo más a solas, volteó al reloj de pared, frunciendo el ceño al ver que quedaban al menos un par de horas para el anochecer junto a la nueva y esperada apertura; y que los otros dos se irían en cualquier momento, por otro lado, la realidad golpeó su mente una vez que recordó las palabras del jefe de ése lugar, el proxeneta que comenzó a destacar en demasía y atraer miradas de muchas partes de Japón al tener en sus manos a dos Omegas al servicio del cliente. Además, como si no fuera poco, el viejo avaricioso comenzó a dudar de él, y decidió que el Omega que deseaba reservarse iba a ser delatado al público para atraer más clientela y los otros dos Omegas ya utilizados serían transportados esa misma noche a los diferentes nuevos comercios en posesión del proxeneta.

_ Maldito egoísta, tener dos Omegas en su comercio debería de ser suficiente, su venta aumentó bastante _gruñó inconforme, pero olvidó su enojo al concentrarse en su presente, la mano sin ningún guante pasaba con una lentitud desagradable el rostro del joven Omega en sueño_, al menos, éste debería ser tratado mucho mejor y vendido al mejor postor, Quien lo tuviese solo para uno sería maravilloso _mencionó cuando sus dedos pasaron a tocar la suave piel cubierta entre ropas poco cubriendo parte de su torso_. Lástima que gastarán su belleza para ser utilizada en un simple burdel. Sin embargo, no me opondría si tuviese la oportunidad _murmuró lo último al acercarse al oído del menor, y proseguir a pasar su lengua por el cuello descubierto en mayoría, aunque el collar estorbaba.

Recordando que nunca tuvo la posibilidad de probar uno en su vida y se conformó con una simple Beta a la que incluso debe enseñar a complacer. Pero de alguna manera, el trabajo lo llevó a uno, agradecería a Kamisama por escuchar sus ruegos de sentirlo.

En su tiempo, los prostíbulos de su ciudad natal no albergaban ninguno pero este lugar... era el mismísimo cielo.

Si tan solo no fuese un doctor en este papel de cuidarlos...

Pero podría aprovechar lo poco que había, se dijo, al comienzo de todas estas hazañas que consiguió tomar del Omega bajo suyo. Sin embargo, su corazón fue especialmente atraído a este Omega que estaba entre los mejores según las apuestas. Pensó que debería de agradecerle por hacerle ganar algo de dinero al siempre confiar en su belleza.

Depravado Destino {Osomatsu-san}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora