Capítulo 3: "Decisión"

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Una vez en su cuarto en solitario, se cercioró si la puerta se encontraba firmemente bloqueada, sin llave puesto que hace semanas el golpe de Jyushimatsu a la puerta apenas la podía mantener cerrada. Una vez hecho esto, se dirigió a su pequeño espacio que consideraba lo único suyo, ese cuarto en donde sufrió tantos castigos y casi una violación. Un futón individual y una mesita en medio con algunos papeles ordenados, además del mueble donde guardaba algo de ropa.

Se acercó a la mesa tomando algunas de las hojas, palabras simples y concretas, algunas expresando dolor, otras expresando sueños rotos o pesadillas.

Demasiado confuso para cualquiera pues ese era el motivo, todos alguna vez leyeron esto por curiosidad y lo dejaron por ser tan complicado, comprender lo que se desea expresar es una tarea que normalmente otros escritores logran hacerlo.

Guardó las últimas páginas, acumulando todas las hojas parecería algún diario, tenían fechas en cada una para así no perder el tiempo en sus redacciones.

Recuerda horas antes, lo que Jyushimatsu dijo y lo que vendrá con el gobierno, nunca pensó que el tema de Omegas iría demasiado lejos como para que les importe.

De todas formas ambos lados ganan, y los únicos que pierden son los Omegas.

Desearía que fuese otra de esas pesadillas.

Escuchó pasos afuera del cuarto, se quedó inmóvil para escuchar el paso de murmullos bien conocidos de sus hermanos. El hombre del gobierno continuaba hablando sin molestarse en nada más que explicar algunas 'condiciones de pago' o algo así, por suerte eso sólo importaba a quienes lo poseían, por lo que pudo retirarse antes.

Sería inevitable, debería de ser vendido. Aunque desease escapar con todas sus fuerzas, arañar esas paredes que lo mantenían cautivo y dejar en claro que eso no es lo que quería ¿Por qué debe ser obligado? ¿Qué les hizo para merecer tanto odio? Todos eran personas sin corazón, nadie merecía que se preocupe por ellos, ni aunque sean familia o de la misma sangre, ¡Con qué derecho!, sólo sus jerarquías tenían opciones, los trataban como humanos y a ellos peores que animales, la sangre no significa nada si nació Omega, así que debería quemar esa maldita casa que antes consideraba hogar con todos sus hermanos dentr--

Se detuvo, las palabras dejaron de fluir cuando recapacitó lo escrito; volvió a leerlo y se asustó de sí mismo.

_¿Quemarlos? _ pensó en ello durante un largo rato, nunca se le pasó por la cabeza -hasta ahora- tales delitos.

Usar una pistola y un balazo a su propio cráneo sería perfecto para un suicidio, sin embargo no les serviría de nada muerto, o eso pensaba, recientemente escuchó algo de tráfico de órganos, los órganos sexuales de Omegas eran inútiles, pero otras partes recientemente dieron algo para ganar. La sangre Omega comenzó a acoplarse con otras jerarquías, o algo así, no entendía mucho que incluso en los organismos podrían ser diferentes.

Se alzó de hombros.

Otra clase de suicidios parecían bastante dolorosas o hasta difíciles.

Dejó de pensar en eso, no deseaba suicidarse, pero imaginar que su vida empeoraría parecía la mejor opción aunque vaya a abandonar todo lo que ama de la vida, nunca fingió que siempre le gustaban esas partes insignificantes que les regalaba el mundo. Le fascinaba todo eso y más, pero con la crueldad en la que vivía era imposible disfrutarla.

Cerró sus puños. las lágrimas una vez más cayeron, sus ánimos de pensar en algo cobarde y rendirse fácilmente lo golpearon.

No, tenía que luchar, no dejaría que su espíritu de conseguir algo de su libertad sea destruido con una decisión.

Depravado Destino {Osomatsu-san}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora