17: "Fortaleza: Parte 1 División"

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_ No tuvo la culpa de haber nacido Omega _giró a mirarlo con esos ojos cansados y arruinados por el estrés acumulado en sólo esas cuantas semanas que en toda su vida como doctor en Omegas_. Lo sabes muy bien, es tu hermano después de todo.

_ Cállate, no estoy aquí para escuchar ninguna palabra tuya Beta, ¡Tienes que darme algo para localizarlo! _sus manos hechas puños, deteniendo las ganas de desquitarse con el hombre frente suyo, para nada intimidado como sucedía en su presencia con anterioridad, y eso comenzó a frustrarlo.

¡No había control! ¿Desde cuándo los Betas se creen superiores? El que venga a rogar para conseguirlo, ¿y ellos creen poder humillarlo?

Bueno, no es que estar de rodillas frente al Beta de nombre Dekapan significara su desesperación.

Hizo crujir sus dientes cerrados fuertemente, los ojos desenfocados, manteniendo la calma. Iba a hacerlo, ¡Tenía que lograr algo! No podía volver con las manos vacías, no así.

Juzgado por la mirada de alguien inferior, era una única esperanza. Una que faltaba.

_ Por favor... no quiero verlos morir, ¡no sé siquiera porqué lo que desea! El por qué se metió con nosotros, yo... _se inclinó más al suelo, tocando la frente con el frío pavimento_, si el único que puede satisfacerlo es un Omega, si... si es mi hermano, no soy nadie para intervenir si eso puede salvar a lo que resta de mi manada.

_ ¿Darás a tu hermano a quién asesinó a tu padre?

La voz calló todo murmullo del menor. La única respuesta leve del Matsuno fue cuando sus puños se cerraron hasta quedar blancos, a punto de refutarlo, el Alfa lo dejó de lado.

_ Ayúdame a encontrarlo.

Dekapan se lo quedó mirando por un momento más y no respondió hasta después de llegar a una mesa a unos metros suyo.

Las refacciones del lugar no estaban completadas, todavía había mucho que hacer, pero al menos, podía dejarle algo por el que pensar al Alfa egoísta.

_ Los Omegas son seres maravillosos _divagó, tomando entre los cajones unos documentos y buscando entre esos archivos, que por suerte no fueron descubiertos ni destruidos_. Ellos pueden apaciguar la manada, pueden calmar a los integrantes, pueden elevar y asegurar su eficiencia _giró y le dió una mirada al hombre que lo veía desde el suelo_. Sabes que no tuvo la culpa. Los exámenes eran correctos, el que haya cambiado de casta suele suceder en ocasiones de uno entre millones. Las gripes, las memorias, todo fue alterado y por ello Karamatsu no pudo responder con claridad. Las enfermedades casi lo mataron en más de una ocasión, pero eso solo revelaba su capacidad de Omega. Por eso mismo, es que por instinto de protegerlos, su lazo se debilitó, al punto de no lastimarlos con sus enfermedades.

Osomatsu estaba callado, algo sorprendido e incrédulo ante esa información.

_ El lazo se forma cuando lo muerden _susurró esa incógnita para sí mismo, pero pudo ser escuchada por el doctor.

_ No, ya no, son especiales para una manada misma _se detuvo en su búsqueda al encontrar los papeles, se mantuvo quieto un rato dudando sobre ser el momento adecuado. Terminó decidiendo que no, el estado del mayor empeoraba, y pese a que Totoko probablemente lo recrimine al no decir nada, el Alfa estaba bastante afectado_. Sólo recuerda que es tu hermano, Osomatsu-san. No es un Omega cualquiera, es el segundo hijo de los sextillizos; no es una maldición, tampoco un objeto.

_ ¡Dije que te calles! _golpeó el suelo con fuerza_. ¡Dame algo para encontrarlo, maldita sea!

_ No tengo nada que les ayude _Osomatsu elevó la mirada en pánico_. Un Omega es un Omega, un rastreador no funcionará, un detector de ADN no lo hará porque eso sólo los llevará a matarse, estoy bastante seguro que, donde sea que esté Karamatsu, no debe estar solo, los burdeles que tienen Omegas están armados, infiltrarse como cliente sólo los delatara y más aún con su parecido.

Depravado Destino {Osomatsu-san}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora