~Noche anterior~Cerró la ventana con sumo cuidado, en espera de que no haya ocasionado bastante ruido para alertar a cualquier alma cercana, suspiró aliviado cuando notó que este era un depósito cubierto de sábanas empolvadas.
La oscuridad era casi cegadora, pero todavía pudo distinguir algo gracias a los faros fuera del lugar y provenientes de la puerta cerrada con un candado al otro lado de la habitación, podía escuchar algunas conversaciones por ahí, se acercó con cuidado evitando cualquier artefacto cubierto y fuera de su vista.
Descansó contra la pared cuando algunas palabras de los hombres de afuera parecían ser trabajadores de ese burdel cubierto, al parecer los mismos que trajeron a Kinko allí comentando la apertura de su nueva adquisición en unas horas.
Parecía que no trabajarían por ahora, y eso lo alivió en parte, así que pensó esperar para poder sacar a la niña Omega de esta pesadilla.
¿Y? ¿Qué más harás luego? No tienes a dónde ir...
Negó con la cabeza, no era momento, mientras tanto, buscó por el lugar alguna manera de abrir la cerradura. Entre los cajones que parecían lincería sacó una alambre, guardando todo y como vio algunas vez hacerlo con sus hermanos la dobló como pudo.
Alrededor de media hora el ruido y las luces fuera de la habitación disminuyeron en su totalidad.
Con el alambre listo, dio una última mirada a los cielos que pronto serían aclarados por la mañana, debería darse prisa.
La cerradura cedió en un par de minutos, bajó las cadenas esperando no hacer mucho escándalo y abrió suavemente la chirriante puerta.
Pasó sin mucho ruido a ese pasadizo, escuchando algunos ronquidos en la parte de arriba y nada más que silencio. Concentrado en el olfato que volvió, trató de encontrarla, aún habiendo comido la pastilla debería quedar un rastro de ella.
Con toda la oscuridad ahora y con los sentidos maltratados intentando no chocar, pasaron los minutos, sin ninguna señal todavía.
Los nervios comenzaron a tomarlo, su corazón latía con fuerza y la respiración pareció complicarse por la tardanza que se le hacía eterna.
Ya estaba al final del pasillo y en camino a las escaleras para subir al tercer piso cuando unos leves quejidos y sollozos llegaron a sus sentidos. Reconociendolo del siguiente piso, subió con algo de rapidez entre los escalones de caracol.
Una sonrisa formó sus labios cuando reconoció el aroma de la niña, como pensó, bastante leve pero cercano a cada paso.
A punto de murmurar para que ella supiera que estaba al otro lado de esa puerta de madera, su rostro quedó en blanco cuando unos ruidos extraños pero reconocibles para él fueron más claros.
_ Tranquila, eso es... será rápido y te gustará, sé que puedes soportarlo, no te asustes, pequeña.
Los dedos del Omega pálido tomaron con suavidad la puerta que no terminó ser cerrada por completo, y se fijó entre la pequeña abertura de esta lo que su cerebro ya había identificado.
Su rostro cambió a horror y repugnancia.
El par de ojos zafiros fríos como de la misma piedra, se toparon con la ancha espalda del hombre de doble tamaño encima de la pequeña silueta de la niña.
Con la boca tapada por una mordaza premedita y los ojos empañados en lágrimas pero con una expresión de dolor; además de algunas mejillas un poco magulladas y ambos brazos atrapados por una de ese sujeto que se apresuraba a desprenderla de sus pocas ropas todavía sucias, siendo la parte baja lo único que faltaba.
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Depravado Destino {Osomatsu-san}
FanfictionEn un mundo donde existen las tres castas sobresalientes, sólo dos son de utilidad en la sociedad. Las razones de que uno esté excluido pueden variar para cada persona, aunque para algunos, suelen ser útiles para cosas personales e incluso lascivas...