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Los rayitos de sol a través de las nubes 

Quizá fue solo la emoción del momento, la efímera alegría de saber que había alguien esperando por él detrás de esa puerta, aquella pequeña pizca de esperanza que le gritaba que nada cambiaría, lo que lo impulso a lanzarse al vacío, y claro que ha...

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Quizá fue solo la emoción del momento, la efímera alegría de saber que había alguien esperando por él detrás de esa puerta, aquella pequeña pizca de esperanza que le gritaba que nada cambiaría, lo que lo impulso a lanzarse al vacío, y claro que había sido una mala idea.

Cuando se encontró con Kacchan, afuera de su dormitorio, el sol recién comenzaba a salir, había madrugado aquel día con tal de no encontrarse con ningún interrogatorio en el pasillo, por eso se sintió confiado con la soledad del comedor, como si la vida le hubiese dado un respiro antes de estrellarlo por completo en su miseria. Hasta desayuno en completa calma, con una alegría imperceptible, pero alegría al fin y al cabo; había iniciado su día como casi todo en su vida, con más optimismo y positividad de la que debía, aquello siempre terminaba por destruirlo, siempre.

Y ahora le tocaba pegar toda aquella euforia, aquella efímera alegría, como toda la que había tenido en su vida; estando ahí, de pie, mirando frente a frente la gigantesca entrada a la escuela, no la recordaba tan imponente, tan aterradora que le había congelado ante la sola idea de lo que le esperaba allí dentro. Las miradas, las malditas miradas que lo rebajaban a nada, la lástima palpable en el ambiente, aquel espeso aire de duda, siempre la jodida duda.

Habían dudado de él desde que entró a la corte cuando tenía diez años, porque para las señoras detrás del estrado el solo estaba haciendo un berrinche que terminaría por arruinar a su familia, lo que ellas nunca se imaginaron es que él siempre había deseado que tan solo fuera eso, porque si así hubiera sido ahora estaría completo, si tan solo hubiera sido una pequeña mentira él habría podido seguir siendo feliz; porque nada hubiera sido mejor que el que todo aquello no hubiese sido real.

Que irónica era la vida que lo volvía a poner frente a aquella gigantesca corte de miradas, a él, un pequeño niño que nunca terminó de crece

¿Algo había cambiado hasta ese momento? ¿Realmente había avanzado? ¿Había sido feliz en algún momento de su vida? Porque, si tal vez lo fue todo aquello sería más ligero de llevar, se podría lanzar sin dudar al matadero sabiendo que por tan siquiera un pequeño instante había la pena vivir, pero, la verdad era, que ya no recordaba como ser feliz.

Las ganas que lo había arrastrado hasta ese lugar ahora parecían haberse esfumado, se había ido tan lejos de él, como casi todo en su vida, que ahora no veía el más mínimo sentido de estar ahí, de intentarlo una vez más, solo podía preguntarse si valía realmente la pena el sufrimiento que le esperaba, quería volver corriendo a su cuarto para ahogarse entre su culpa y autodesprecio. En verdad todo sería más fácil si no estuviera vivo.

De hecho, desde que tenía nueve años comenzó a pensar que ya había vivido demasiado, porque lo había hecho lo suficiente para conocer un dolor, un dolor que lo desgarro desde adentro y no dejó nada de lo que alguna vez fue él a su paso; entonces comenzó a ver el placer de dejar de sentir, el placer de saber que no había nada al otro lado que le pudiera hacer daño, porque después de la muerte no quedaba nada, y esa idea le traía paz, mucha paz.

Happy pills [Dekubowl] PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora