Porque nadie se dio cuenta que Izuku se forzaba a ser feliz hasta que perdió su milagroso prozac.
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AU donde Izuku sufre depresión
Dekubowl
Advertencia: se tocan temas sensibles como el abuso infantil, depresión y baja autoestima
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Demacrado, ese era el aspecto marcado en su rostro, no es como que los días anteriores hubiese estado mejor, pero si ya su rostro era una mierda ahora no tenía como describirlo; las ojeras que ya casi se marcaban de negro, sus ojos opacos por perder la esperanza, su piel reseca de tanto llorar y de un pálido amarillo que reflejaba su propia enfermedad interior.
Hace mucho tiempo que creyó olvidarlo todo, haber borrado de su mente cada recuerdo cubierto de dolor y tristeza, lo había hecho para avanzar, solo quería olvidar y ser feliz, pero ahora todo se le venía encima, el rostro que había eliminado de su memoria, aquel rostro que vio con admiración cuando era niño, aquel que lo miro con amor en sus primeros años, el mismo rostro que cínicamente lo observaba con los ojos nublados en el deseo mientras era penetrado sin piedad, el rostro que le hizo conocer el verdadero miedo, el terror de la soledad, de sentirse indefenso, la impotencia de la debilidad, la amargura de la culpa.
Creyó haber olvidado el miedo y el dolor que lo había abrazado tantos años, pero ahí estaba nuevamente, frente a sus ojos, en aquel cuerpo desnudo reflejado en el espejo, era un cuerpo nauseabundo, marcado por un hedor ajeno, era asqueroso, tenía las vivas huellas del desenfrenado toque de la lujuria, aquel cuerpo encerraba una infancia que se había perdido en el deseo ajeno. Él nunca quiso nada de eso, no lo deseo ni por un momento, él solo quería ser un niño normal, haber tenido como mayor preocupación la comida que haría su mamá por la tarde y no si su padre quería jugar aquella noche; le hubiera gustado poder hablar de lo genial que era su padre, justo como lo hacían los demás niños, y no tener que haber guardado los secretos que se daban en una cama que nunca debió conocer, a él le hubiese encantado solo vivir como un niño normal toda su vida, pero en algún punto olvidó como era ser un niño.
Y ahora estaba ahí nuevamente, después de tantos años de haber trabajado en ello, después de todo el esfuerzo por olvidar, después de haber afrontado el miedo de hablar de todo, de haberse enfrentado al mundo, ahí estaba él, nuevamente derrumbado, después de tanto, como el inútil, débil y patético ser que era.
Pero tenía que seguir adelante, aunque, si era sincero, ya se había rendido hace mucho tiempo.
¿Alguna vez lo había intentado en realidad? Esa pregunta lo estaba torturando.
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