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El día en que todo se fue a la mierda

La mañana había sido, como poco, una mierda

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La mañana había sido, como poco, una mierda.

 No había podido pegar un ojo en toda la noche, y se la había pasado llamando al hospital una y otra vez, si él no podía dormir que tampoco lo hicieran esos imbéciles, al final consiguió una cita para dentro de una semana, era una verdadera cagada, pero no podía hacer más.

Justo se había levantado a las cinco de la mañana, renunció a su idea de entrenar como lo hacía antes, estaba tan jodido que si lo hacía perdería la poca conciencia que le quedaba.

A esa hora había ido a la cocina, era su hora segura, no había ni un alma en ese lugar, y se podía tomar el atrevimiento de intentar comer y vomitar a sus anchas, ningún estúpido le mostraría preocupación. Amaba eso, la tranquilidad que le otorgaba la soledad, lo único malo es que sí se ahogaba en vómito nadie podría ayudarlo.

Otra vez estaba divagando, aquellos estúpidos pensamientos no habían dejado de asaltarlo, ya estaba cansado de verse a si mismo como un cadáver, totalmente inerte y rígido, pero a su vez aquellas imágenes le traían algo de alivio, si se muriera toda aquella mierda terminaría.

¿Cuántas veces no había pensado eso en el pasado? Incontables, pero, nunca pudo hacerlo, era un cobarde, temía al dolor que antecede a la muerte, el sentir como se apaga lentamente, y se va para siempre.

Nunca lo intento, se cortaba, eso era claro, pero eso era solo para soportar el insistente dolor que invadía su pecho. No lo hizo porque aún tenía sueños a los que aferrarse, y vaya que lo hizo con uñas y dientes, no por nada ahora estaba en su escuela soñada.

Eso solo le recordaba que estaba a un paso de cagarla, ya no era el chico alegre y activo que acariciaba el puesto del mejor héroe del mundo, ahora solo era un muñeco andante, las energías se le habían escapado como si sostuviera agua entre sus manos. Eso era una mierda.

Cuando llegó al salón de clases no le sorprendió tener sobre sí las miradas de todos, el lo sabía, era un asco, no había comido ni dormido un carajo en toda la semana. El color de su piel estaba pasando a ser un amarillento enfermizo, y era normal, agua era lo único que su estómago no rechazaba y a base de eso había estado sobreviviendo. Aunado a eso las gigantescas ojeras debajo de sus ojos y la hinchazón por todas las lágrimas derramadas hacían casi imposible distinguir sus verdosos ojos. Un completo asco, lo sabía, y ya no le preocupaba en realidad, ya solo tendría que esperar una semana para poder volver a ser un chico normal, una maldita semana y ese infierno terminaría, ya después se preocuparía por excusarse con sus amigos sobre su comportamiento y aspecto.

Ya había decidido pasar las clases con la cabeza apoyada en su escritorio, no tenía energías para nada más, con suerte nadie le diría nada y podría descansar un rato. Él sabía que su plan era un tanto estúpido, que lo mejor hubiera sido quedarse en su habitación y descansar como no lo había hecho en todos estos días, pero eso sería darse por vencido y él no era el tipo de persona que se rendía con facilidad. Ahora solo le quedaba rezar por pasar unos momentos tranquilo antes de que el profesor Aizawa llegara al salón.

Happy pills [Dekubowl] PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora