Furia

769 61 67
                                    

No recordaba su habitación tan pequeña desde la última vez que estuvo en ella. Ninguna de sus pertenencias había sido hurgada y el polvo sobre las estanterías eran la prueba de ello.

— No quise mover nada, hasta tu llegada Mika— dijo Levi percatándose de la mirada curiosa de su sobrina sobre las finas capas de polvo  acumuladas en los muebles.

— Gracias—

El pelinegro depósito en el suelo el morral con la pequeña espada que Erwin le había entregado antes de dejar el instituto.

— Te traeré algo de té...— anunció saliendo de la habitación, dejándola en completa soledad.

Mikasa suspiró aliviada. No le disgustaba la compañía de su tío, pero deseaba ordenar sus ideas y su corazón en completa privacidad.
Los recuerdos no habían dejado de atormentarla ni un solo segundo desde que huyó del instituto, cientos de imágenes rodeaban su mente provocándole una ola incesante de emociones.
Su corazón se estrujó nuevamente al recordar aquellos iris olivo verla con tristeza alejarse. Seguía sintiéndose traicionada y usada por él, había sido egoísta decidir por ella siendo apenas una niña. Tal vez las cosas pudieron ser diferentes si hubiera sido sincero desde el principio. Ella no hubiera dudado en seguirle hasta el fin del mundo, pero ser manipulada bajo el pretexto de "protegerla" había sobrepasado sus límites.
Le gustará o no, los actos de Eren habían desencadenado un sin fin de tragedias a su alrededor, condenándola a ella y a sus allegados. Sintió ganas de vomitar de tan solo recordar el sin número de veces que había visto los cuerpos cercenados de sus seres queridos, la sangre de su padre cubriendo el suelo mientras su cabeza apenas se mantenía unida a su cuerpo por un par de tendones que no habían sido cortados del todo, los gritos desesperados de su madre al ser quemada viva bajo una vieja viga de madera ardiente y con ella, la nueva vida que nunca conoció el mundo. Pero en aquellos crueles recuerdos también estaba Eren, abrazándola con cariño y protegiéndola de la lluvia en medio del bosque con sus alas mientras lloraba y temblaba sumergida en la tristeza de su perdida. Tocó instintivamente su cuello percatándose de la ausencia de aquella bufanda que siempre la reconfortaba en los momentos más difíciles... ahora conocía el porque esa vieja tela la hacía sentir segura. No era la prenda, era la difusa presencia de Eren la que le brindaba alivio y sosiego cuando lo necesitaba.

¿Sería capaz de perdonarlo? Por supuesto que lo haría. Juntos compartieron un sin fin de experiencias y el amor más puro que pudieron haber encontrado. No por nada el creador los había condenado.
Solo necesitaba tiempo. Tiempo para estar en paz consigo misma y poder mirarlo a los ojos sin sentir ganas de alejarse de su lado por el miedo a la muerte. Era natural, todos los seres humanos le temen, pero experimentarla más de una vez era el mayor de los castigos.

El cristal de su ventana vibró tras ser golpeado un par de veces. Los iris cenizos observaron con cautela la mano que golpeteaba su ventana.
Con el mayor de los sigilos tomó de la mochila la pequeña espada tornasol apuntándola en dirección del intruso.

—¡Aléjate de aquí!— advirtió caminando rumbo a él — ¡No quiero hacerte daño!— Con lentitud recorrió una de las cortinas para ver al intruso. Su puño tembló al reconocer al rubio alado frente a ella — Armin...—

El ojiazul sonrió aliviado. Su mejor amiga lo recordaba.

—¿Puedo pasar?— preguntó con timidez sin dejar de revolotear sus alas azul pálido

Mikasa bajo el arma y eliminó el seguro de la ventana invitándole a adentrarse. A pesar de ser una ventana de buen tamaño, las grandes alas eran un problema para ingresar. Con delicadeza  compacto entre sus manos  algunas de las plumas para ayudarle.

— Muchas gracias Mika—

La ojigris asintió cariñosamente. Deseaba abrazarlo con fuerza y no soltarlo durante días si eso era posible, pero también estaba enojada con él.

Instituto Titán [EreMika]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora