Visita a Christen!!

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Capitulo 41

Proster les relató a Gillian y a Bridgid lo ocurrido. En su entusiasmo, se explayó en detalles morbosos y horribles mientras le describía la lucha, golpe a golpe, con todos sus sangrientos pormenores, y les contó mucho más de lo que ninguna de ellas deseaba o necesitaba saber. Cuando hubo terminado, el rostro de Bridgid estaba de color gris, y Gillian se sentía descompuesta.

-¿Estás seguro de que Ramsey y Harry están ilesos? –preguntó Gillian.

-Ninguno de los dos ha sufrido ni siquiera un rasguño –contestó Proster-. Ambos han quedado cubiertos de sangre, pero no suya, y han ido al lago a lavársela. Ramsey va a dejar que los cadáveres de los traidores se pudran al sol.

-No quiero oír una sola palabra más –declaró Bridgid despidió al soldado, abriéndole la puerta para que saliera-. Gillian, voy a buscar algún ungüento para que puedas ponértelo en la pierna y acelerar así la curación.

-Tal vez sería mejor que esperases –le aconsejó Proster-. O que fueses por el camino de atrás. En el patio de armas, suelo está cubierto de sangre derramada, y no creo que hayan retirado los cadáveres todavía.

-Entonces iré a casa de mi madre a buscar ungüento. Proster, hoy han muertos varios hombres, y no deberías estar sonriendo.

-Pero no eran buenos hombres –protestó él-. Merecían morir.

Siguieron discutiendo al salir, mientras Proster cerraba la puerta tras ellos.

Gillian se sentó a esperar a Harry. Suponía que en cualquier momento abriría la puerta. Una hora más tarde, y continuaba esperando. A media tarde, lo mandó a buscar, y uno de los MacPherson le dijo que su esposo se había marchado con Ramsey. Su rumoreaba que los dos lairds habían ido a ver a Ian Maitland para ponerlo al corriente de las novedades.

Trató de esperar despierta a su esposo, pero como la noche anterior había dormido poco y mal, no pudo mantenerse mucho tiempo con los ojos abiertos y terminó por quedarse profundamente dormida.

Harry la despertó en mitad de la noche, cuando la tomó en sus brazos y le hizo el amor. Sus manos eran exigentes e impulsivas, y Gillian sentía en él una desesperación y una violencia apenas contenidas, pero no trató de oponerse ni de rechazarlo. En lugar de eso, lo acarició y trató de apaciguar a la bestia que acechaba en su interior. Su unión fue salvaje y frenética, y cuando él se derramó dentro de ella se sintió deshacer en sus brazos.

Le dijo que lo amaba, y Harry le dio a sus palabras el valor que merecían, porque bien sabía que ese amor iba a ser sometido a una dura prueba en los días venideros. La próxima noche Gillian podría llegar a odiarlo.

Brisbane y Otis llamaron a la puerta por la mañana temprano. Gillian ya se había vestido, y acababa de terminar su desayuno.

-Se nos ha ordenado conduciros a casa de vuestra hermana –anunció  Brisbane.

-¿Por fin ha accedido a verme? –preguntó ella, mientras salían de la cabaña.

Otis negó con la cabeza.

-Se le ha ordenado que os reciba.

Gillian trató de ocultar la decepción que la embargó al enterarse de que nuevamente su hermanase había negado a verla. Fueron hasta las caballerizas, donde las aguardaban sus caballos listos y ensillados. Brisbane tomó la delantera, y Gillian y Otis no pronunciaron palabra hasta llegar a un caserío cercano a la frontera que antes separara a los MacPherson de los Sinclair.

Gillian se sintió súbitamente nerviosa y asustada. Christen ya la había rechazado, y por más doloroso y humillante que le hubiera resultado su reacción, Gillian la había asumido. Pero si su hermana no sabía dónde estaba el tesoro del rey, o no recordaba nada de todo lo ocurrido, entonces todo estaba perdido, y el tío Morgan, condenado.

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