El relato...

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Capitulo 22

 

Todas las jóvenes casaderas del clan Maitland se pusieron de pie, ansiosas, en el mismo instante en que laird Ramsey y  su séquito de guerreros Sinclair hicieron su entrada en el salón. Un suspiro colectivo brotó de las bocas de todas las muchachas, que se comportaban como una bandada de pájaros, arremolinándose tras Ramsey a medida que éste avanzada por el gran salón al encuentro de Ian.

Harry observó atentamente la reacción de Gillian ante el Adonis. Al contrario del resto de las mujeres, no saltó de la silla para ir detrás del laird. En lugar de eso, se mostró inquieta e intrigada, y luego aliviada al divisar al hermano pequeño de Ramsey, Michael, que lo seguía. En realidad, lo que en verdad parecía atraer la atención de Gillian era quién constituía el séquito. Con una expresión de preocupación dibujaba en el rostro, observó con cuidado a cada uno de los hombres que entraban en el salón. Cuando por fin se arrellanó relajada en su silla, Harry cayó en cuenta de que había estado estudiando al grupo para ver si entre aquellos guerreros se encontraba el traidor.

Dylan entró en último lugar. Fue inmediatamente hasta donde lo esperaba su laird para informarle.

-¿Dónde está lady Gillian? –inquirió-. No la veo bailando con los demás.

Con un gesto, Harry señaló un rincón de la estancia. Dylan se volvió, la vio allí y sonrió.

-Lleva puesto nuestro tartán –señaló con orgullo-.  ¿No es la más bonita de todas?

-Sí, lo es –coincidió Harry.

-Laird, esto es una celebración, y aún así advierto que milady está sola. ¿Por qué? ¿Acaso el clan Maitland ha decidido ignorarla? ¿La consideran una extraña? ¿No le ha dicho Ian a su gente que ella es la única razón de que tengan algo que celebrar? Por Dios, ¿no se dan cuenta de que Alec estaría muerto de no haber sido por su coraje y su fuerza?

La indignación de Dylan había ido en aumento a medida que hacía las preguntas, hasta que el rostro se le puso encarnado de ira. La posibilidad de que lady Gillian hubiera sido marginada, sin duda lo sacaba de quicio.

-¿Crees que permitiría que alguien ninguneara a Gillian? Busca a tus hombres, y ellos te dirán el motivo por el está sola. No dejan que nadie se le acerque.

Dylan echó una mirada alrededor del salón, y pareció relajarse. Su cólera pronto se transformó en satisfacción. Robert y Liam se habían instalado cerca de la chimenea para poder interceptar fácilmente a cualquier estúpido que se mostrara ansioso por acercarse a Gillian. Con igual determinación, Stephen, Keith y Aaron habían tomado posiciones al otro lado para poder bloquear el acceso a su señora tanto desde la entrada como desde el extremo sur del salón.

Harry cambió de tema.

-¿Cómo se tomó Ramsey la noticia de que el que buscaban era Michael?

-No se lo dije.

-¿Por qué no?

-Había muchos extraños en el lugar, entre ellos los bastardos MacPherson –explicó-. Sin saber en quién confiar…

-No debías confiar en ninguno de ellos –confirmó Harry.

-Es verdad –coincidió Dylan-. De manera que me limité a decirle que Ian y tú queríais reuniros con él lo antes posible. También insistí en que Michael nos acompañara. Cuando finalmente pude quedarme a solas con él, le conté que habían encontrado a Alec.

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