Capítulo 8

461 20 2
                                    

La realidad era que Jean estaba despierto desde hace mucho tiempo pero simplemente había mantenido su cuerpo totalmente inactivo y no había luchado por quitar aquel peso de sus párpados.  

Un guapísimo alemán residía a su lado, el cual tampoco se había levantado aún. La cama era cálida, tan cómoda y en esta estaba aquel apuesto hombre que todavía no llevaba camiseta puesta, mientras mantenía esa linda mirada concentrada al estar hojeando un libro.

Ese paraíso era suficiente para él, para siempre, quedándose ahí hasta escapar de la realidad por al menos un rato.

—Llevas como una hora despierto. ¿No vas a desayunar? —Jean era tan débil a esa perfecta voz.

—Prefiero mirarte —musita, su voz suena algo ronca. Bueno, además, aún faltaba algo de tiempo para su horario regular de desayuno así que no era algo que no pusiese permitirse y realmente quería permitírselo.

—¿Tuviste un buen sueño? —pregunta, viendo esa linda sonrisita con su rostro contra el colchón.

—No, no dormí mucho, pero tengo un novio perfecto junto a mí así que estoy disfrutando el momento —susurra, haciendo que el corazón del azabache se derrita—. Buenos días, supongo —llena de besos su brazo y hombro, haciendo sonreír al contrario.

—Buenos días —susurra de vuelta, tan feliz.

Jean observa el libro que el mayor leía y una risa permanece presente en sus labios.

—Pareces Armin —ríe, apenas.

—¿Qué? —su corazón se hunde por un instante.

—Lees en la cama —oh—. Ustedes necesitan aprender algunos límites sobre cuánto estudiar y dónde hacerlo —oh.

—Ah, sí —finge una sonrisa, sintiéndose tonto—. Perdona —lo mira.

—Está bien, solo no quiero que te excedas —comenta, acariciando su mejilla y con dulzura en su mirada.

Marco se refriega en su mano en la forma en que un gatito lo haría, hambriento por esa atención y cariño que tanto amaba y siempre había anhelado.

—Puedo preparar el desayuno o un baño, si quieres.

—Solo quiero quedarme en la cama contigo ahora —comenta el castaño, acurrucándose contra él.

—¿Está todo bien? —pregunta, frunciendo el ceño y acaricia su cabello. Jean solo gruñe por lo bajo en respuesta—. ¿Pasó algo? Te ves un poco deprimido, amor.

—¿Vas a preguntar hasta que te diga?

—Eh, sí, estoy interesado —sonríe, torpemente.

El Kirstein bufa por lo alto y abraza con algo de fuerza al azabache, juntando fuerzas para desacomodarse.

—Di que me amas —pide, en tono suave y mirándolo a los ojos de una forma que hacía sentir a Marco como la persona más especial y única del mundo.

—Te amo —dice, una facilidad impresionante ante la mirada de amor y cariño de su novio. Este último acuna su rostro en sus manos y se acerca otro poco.

—Una vez más —pide.

—Te amo, Jean —y no lo decía por decir, lo decía porque lo sentía de verdad, podías oír todos sus sentimientos realmente.

—También te amo. Te amo muchísimo, Marco, muchísimo —besa sus labios, suavemente pero con un claro sentimiento de angustia, casi sin poder dejarlos ir, dejando todo de sí en ese dulce beso para esos perfectos labios.

Cinco Secretos | Aruani - JeanmarcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora