Esa noche, mientras Marco y Jean estaban viendo una película juntos en el departamento del último, este había estado bebiendo, incluso hasta más de lo que probablemente debería.
No quería decir que se había puesto borracho muy rápido pero, bueno, más o menos.
Le daba algo de gracia a su novio, es que él era tan adorable ebrio.
—Tengo mucho calor —se queja, haciendo un puchero.
—Me pregunto por qué —dice el castaño, divertido tras su única cerveza, totalmente lúcido.
Marco se quitó su camiseta y no se preocupó por dejarla caer al suelo.
—¿No tienes calor?
—Nop —Le sonríe.
—Mmh, ¿no hay alguna excusa que pueda usar para que te quites la camiseta ahora? —él pregunta, tan en serio. Era muy divertido.
—Ah, ¿así que quieres que esté sin camiseta? —No se podía esforzar en ocultarlo.
—Amor, si fuera por mí tú nunca llevarías una camiseta encima —admite, tan abiertamente. Uff, es que ese lado de él le encanta mucho más de lo que debería, es perfecto.
—¿Te gusta la vista? —Sonríe.
—¿Para qué llevarías ropa? Solo tapas todo lo bueno —Ay por dios, es tan cómico—. Bueno, aunque sí te vistes genial y hay ropa que te queda tan bien —arrastra sus palabras, mientras mueve mucho sus manos.
—Me alegra saberlo.
—Podrías estar desnudo más rato —opina.
—Mhm —Solo asiente. Empezaría a jugar con ese concepto, y lo que piensa sobre querer verle tanto sin pantalón también, pero no eso ya no es bueno si no está sobrio.
—Jean, amor —Alcanza su mejilla—. Me estás mirando a los ojos.
—No me digas.
—Eso no se vale. Siempre me miras de más cuando no quiero y hasta en público, ¿por qué cuando estamos solos y me desnudo no me miras? —Hace puchero.
—Te ves muy lindo, como siempre. Es que estás tan ebrio —No podía evitarlo, la embriaguez automáticamente le hacía perder las ganas de ello, por lo tanto simplemente le veía a la cara. Su torso es perfecto, como siempre, pero no le ve con deseo ahora.
—Jean —se queja, arrastrando las letras de su nombre, y de repente él se sienta sobre su regazo—. No se vale, estoy muy caliente.
—Lo sé, lindo.
Marco frunce el ceño y lo besa, Jean le acepta ese beso. Sin embargo, detiene su mano cuando intenta ponerla sobre su pantalón.
—Perdón, bonito. Hoy no —Besa su mejilla y luego su mano.
—¿No?
—No —dice, suavemente—. Disculpa.
Jean ve el momento exacto en que sus ojos se llenan de tristeza y decepción, quizá una demasiado genuina para su gusto.
—De acuerdo —dice él y se acomoda en el sofá junto a él, pero recostado. Aún así, Jean vio esa lágrima caer por su mejilla, se había sentido muy rechazado.
Sin embargo, el Kirstein ni siquiera estaba seguro de si mañana lo recordaría.
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Cinco Secretos | Aruani - Jeanmarco
FanfictionCada uno de ellos cuatro tiene ocultos cinco secretos que no quieren que nadie sepa. ¿Confiarías en alguien lo suficiente como para contarle las cinco cosas más duras que has vivido y te siguen día a día? [Los fanarts utilizados en este libro no me...