Capítulo 9

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Jean se tomó el trabajo de llevar a Marco hasta su casa tras todo lo que había sucedido. 

No es como si estuviesen en el campus por alguna razón en particular, perdían el tiempo allí un poco cuando recién acababan las clases, antes de irse.

El hablar de algo en el camino no surge simplemente, siendo que van en la moto del castaño y con los cascos puestos.

De cualquier forma el menor podía sentir el estado actual de su novio, no era un secreto con cómo lo estaba abrazando y apoyándose en su espalda durante el camino.

Para cuando estaban en su departamento, no fue una sorpresa que Marco mantuviera el silencio y se dispusiera a preparar un par de cafés como si nada hubiese pasado. Colmaba un poco la paciencia de Jean, si era honesto.

—¿No vamos a hablar de todo eso? —el mayor se calla y el castaño pone los ojos en blanco—. ¿Por qué te pusiste así con Annie?

—... Ya sabes cómo soy cuando me enojo —musita.

—Sí, lo sé, pero no entiendo qué te llevó a enojarte. Sé que lo que ella dijo sonó mal pero no eres el tipo de persona que se molestaría por algo como eso, menos así.

—Ella no me agrada... —suelta, y a Jean le duele el tono en su voz así que se acerca a él.

—¿Qué pasa, amor? —toma su rostro con cuidado, acariciando sus mejillas y haciendo que lo vea.

—Esto hoy... Solo me hizo revivir algo que no quería, ¿sí? Estoy bien con verla a veces, sé que me la voy a cruzar ya que estudiamos en el mismo lugar y sale con Armin, tampoco me molesta que esté con él. En cambio hoy no era un buen momento y se acercó, y dijo eso, y yo... No lo sé, me molesté y pierdo el control cuando me enfado. Sé que debería disculparme, lo sé perfectamente pero te juro que no puedo —admite, con los ojos llorosos.

—No sé cuál sea la situación y sí creo que tienes que disculparte, pero también sé que no dirías que no puedes solo porque sí, confío en que realmente estás haciendo lo que puedes para manejar esta situación.

—Realmente lo estoy intentando.

—Yo lo sé y creo que lo estás haciendo bien.

—No lo sé —cierra sus ojos.

—Sobre Armin...

—No estoy molesto con él —aclara, primero que nada—. Es solo que, mierda, dolió lo que dijo. Sabe usar bien sus palabras y siempre sabe todo de todos, así que logró lo que estaba intentando, me sentí como un idiota. Entiendo por qué lo hizo, si alguien te hablara de la forma en la que yo le hablé a Annie, también querría defenderte... Probablemente no lo haría tan bien como Armin —musita, bajando su mirada al suelo.

—¿Te dolió lo que dijo porque es cierto?

—Dijo muchas cosas —susurra, intentando hacerse el tonto.

—¿Le tienes envidia?

—Jean, por favor —ríe, tontamente, forzado—, él es perfecto —susurra, viéndolo.

—No lo es, nadie lo es. Quiero decir, yo estoy bastante cerca pero... —bromea, alivianando el ambiente un poco—. No eres menos que él ni él que tú.

—Es muy tierno de tu parte pero eso no es cierto.

—Lo idealizas, Marco. Armin no es un ser divino que nunca se equivoca o es mejor que todos los demás. Si me lo preguntas, tú eres mucho más amable y puro que él, por ejemplo.

—Eso no siempre es algo bueno, no cuando te limita.

—¿Crees que Armin no tiene limitaciones? Sé que crees en dioses pero, vamos —dice, divertido, aunque el azabache lo mira de mala forma—. Armin tiene fallas y defectos, como todos.

Cinco Secretos | Aruani - JeanmarcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora