Capítulo 5

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Él estaba de brazos cruzados mirándome con una sonrisa de satisfacción.

—Veo que le has caído bien, me alegro. Sinceramente no sé cómo iba a reaccionar al saber que había escogido a una mortal, pero veo que se lo ha tomado muy bien.

—Esperaba que se quedara más tiempo. —Respondí mientras solté un suspiro de alivio.

—Yo también, pero hay muchas cosas que hacer en el infierno. Es una persona muy ocupada y solicitada.

—Ya veo.

—Puedes cambiarte ya si quieres, cuando acabes quiero hablar contigo.

Yo me limité a asentir con la cabeza y volví a subir a mi habitación donde me cambié y me puse la ropa que llevaba esta mañana. Había sido una pérdida de tiempo haberme puesto el vestido, Satanás ni siquiera se había fijado en la ropa, había estado muy ocupado metiéndose en mi mente.

Me senté en la cama a esperar a que Ethan viniera cuando me di cuenta de que mi mochila de la universidad estaba apoyada sobre la mesa del escritorio de la habitación. Era como si mis cosas estuvieran apareciendo por arte de magia en esa casa.

Rápidamente una idea cruzó mi cabeza. En aquella mochila debían estar todas mis cosas con las que había salido esta mañana de casa, entre ellas mi móvil. Fui hasta la mochila y la abrí, al ver que mi móvil no estaba en el bolsillo delantero que era donde lo había dejado me puse a rebuscar por toda la mochila, pero nada. Mi teléfono no se encontraba allí.

Escuché la puerta de la habitación abrirse y vi a Ethan entrar con mi móvil en sus manos.

—¿Buscas esto? ¿En serio pensabas que sería tan estúpido de olvidarme de tu teléfono?

Él se acercó hasta quedar a escasos centímetros de mí y acercó su rostro al mío.

—Cuando te ganes mi confianza te lo daré. Hasta ahora esto se queda conmigo, y no intentes recuperarlo, no lo conseguirás.

Dijo con una sonrisa de advertencia para después guardarse mi móvil en su bolsillo trasero.

—Ahora quiero que bajes conmigo al salón, tengo que enseñarte unos papeles muy importantes. —Dijo con su semblante otra vez serio.

Yo asentí y lo seguí hasta el salón, donde separó una silla de la mesa y me invitó a sentarme, él se sentó delante de mí. Sobre la mesa estaban unos papeles.

—Como puedes ver hay unos papeles delante de ti. Son las normas que debes cumplir.

—¿Normas? ¡¿Encima que me secuestras tengo que seguir tus estúpidas normas?! —Le grité muy enfadada por la situación.

—Sí, debes seguir unas normas, ayudarán a la convivencia.

—Por tu parte te parecerá muy bien esta idea y estarás muy feliz, ya que no tienes que seguir ningún tipo de normas.

—Ya tengo suficiente con aguantar tus enfados e intentos de huida.

—Pues déjame irme y todos felices, tu porque no me tienes que aguantar y yo por lo mismo y también porque puedo seguir con mi querida vida normal.

—Sabes lo que pasa Kate, que tu vida realmente es una mierda, y estás todos los putos días triste desde que tus padres murieron, actúas automáticamente y no disfrutas. Y me jode verte así, me duele que no disfrutes de tu vida, y estoy aquí por eso mismo, siento decirte la verdad a la cara Kate, pero esto es lo más interesante que le puede pasar a tu vida, y voy a hacer que de una puta vez disfrutes, cueste lo que me cueste.

Esas palabras me dolían y me enfurecían, pero en el fondo tenía razón, mi vida se había centrado en los estudios tratando de pensar en otros temas y me había aislado. Mi vida como él decía era una mierda.

—Y la segunda razón por la que no te dejo ir, es porque me encanta aguantarte. Porque sé que aunque ahora no me soportas, dentro de algún tiempo te encantará estar conmigo, y de eso me encargaré yo de que suceda. Tenlo muy claro, y no lo niegues porque es el destino.

Mi semblante volvió a ser triste ya que sabía que él nunca me dejaría ir y tenía razón en cada palabra que decía.

—Quiero que leas las normas, si tienes alguna dudad sobre algo pregúntame y yo encantado de contestarte. —Habló él volviendo al tema.

Empecé a leer las normas.

1º Prohibido intentar huir.

2º No ir a ningún lado sin mi consentimiento.

3º No estar con más chicos.

4º No mentir bajo ningún concepto.

5º Obedecer mis órdenes.

6º No tocarte sin mi consentimiento.

7º Ser tu misma.

8º No faltarme el respeto.

9º Acatar los castigos por desobedecer las normas sin quejas.

10º No hacer nada que me enfurezca o me parezca incorrecto.

—Que tóxico, ¿y qué pasa si no las cumplo?

—Como pone ahí, serás castigada, y pista, me va a encantar hacerlo.

—Pues qué lástima, no las pienso seguir. —Dije para luego romper el folio con las manos delante de él.

—Estás entando al demonio pequeña, si juegas con fuego al final te quemarás. —Dijo para luego levantarse, acercase a mí y cogerme suavemente del cuello haciendo que lo mirase. —Ya puedes obedecer las normas o si no te castigaré.

—¿Qué tipo de castigo? —Pregunté con voz temblorosa.

-Hay muchos tipos de castigo, depende de la gravedad de la infracción. —Soltó mi cuello y volvió a su asiento. —Ahora quiero que mires el otro papel que tienes sobre la mesa. Son los requisitos que debía tener la elegida.

—¿Para qué me sirve a mí saber eso?

—Me parece curioso que lo sepas.

—Si no tengo otra opción. —Dije mientras cogía el papel y lo empezaba a leer.

1º Debe de ser virgen.

2º No debe tener amigos.

3º Debe tener poca familia.

4º Debe tener un poco de carácter fuerte y personalidad.

5º Debe tener entre 18 y 25 años.

—Pero en el momento en el que me conociste solo tenía 15 años.

—Lo sé, pero podía esperar, tengo toda la eternidad.

Tenía una idea, si una de las normas la incumplía él me dejaría libre. Solo podía cambiar una, y era la de ser virgen, claro que lo era, pero si le decía que no lo era, aunque fuera mentira, a lo mejor me dejaría ir.

—Pero hay una que no la cumplo.

—¿Cuál? Me aseguré de que las cumplieras todas.

—Pues se te olvidó una, no soy virgen. —Dije aparentando seguridad en mis palabras.


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Dama del demonio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora